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Postales desde la duna

Hoy estamos a cansino lunes noche después de una (casi) semana de vacaciones y un día agotador en la oficina (de esos en los que piensas, ¿por qué coño no me habré quedado yo al borde de la piscina toda mi puta vida?).

Así que, ya que no tengo ganas, ni tiempo, ni lucidez, ni cuerpo ni ná, para escribir en condiciones, haré una especie de esbozos o frases tipo telegrama (aunque bastante expresivas, de eso no tengo duda) con mis impresiones y opiniones de mis vacaciones en Canarias.

Y además me parece que de nuevo será una de esas entradas mías tipo "work in progress" que estoy escribiendo últimamente, por mi falta de tiempo, obviamente. Pero además, esta vez, y por una vez, me viene de perlas porque así podré ir rememorando y saboreando durante toda la semana esos maravillosos seis días que hemos pasado en esa isla.

Aquí vamos:

- Para empezar todavía no sé si me ha gustado o no la parte que he conocido de la isla de Gran Canaria.

- He visto algunos de los lugares más horrorosos y horteras que había visto en mucho tiempo.

- La zona sur de la isla de Gran Canaria (y me temo que toda la isla) es un puto Centro Comercial.

- El Yumbo ese es lo más hortera y horroroso que he visto nunca (me ha vuelto a demostrar que hay mucho gay hortera aún por el mundo).

- Hemos estado durante unos días absolutamente rodeados y tomados por pensionistas alemanes de la tercera edad (lo malo es que he de confesar que me lo he pasado pipa, y hasta me ha gustado).

- Por otro lado he disfrutado y saboreado (y tragado su arena por distintos agujeros del cuerpo) una de las mejores playas que había visto en mi vida.

- Me ha fascinado absolutamente la enorme playa de dunas de la zona de Maspalomas.

- Ver una duna de arena blanca (o amarilla clara, para ser más correctos) moldearse y modificarse a gusto del viento es un espectáculo único.

- No hay nada mejor en el mundo que no hacer absolutamente nada. O más bien, hacer solamente lo que te sale de los huevos en cada momento.

- Es realmente alucinante ponerte el despertador para bajar y disfrutar del exquisito bufet desayuno de tu hotel, y ponerte ciego de frutas exóticas, zumos, yogures y otras guarradas, para después volver a tu habitación y quedarte otra vez adormilado.

- Me ha gustado la zona del Faro de Maspalomas con sus exquisitos (y a veces con muy mal gusto) hoteles, en contraposición a las atrocidades de La Playa del Inglés.

- No hay nada más apetecible (y sano) como ponerse moreno al sol suave en pleno mes de diciembre. Eso sí es desconectar de la fria y ruidosa gran ciudad.

- Es un gustazo perder el tiempo en cosas sencillas como ver cómo van cambiando o evolucionando las nubes de una forma caprichosa mientras estás tirado en la playa mirando al cielo. (Hacía mucho tiempo que no disfrutaba con placeres tan tontos)

- Es un verdadero placer tomar el sol desnudo.

- Nos hemos hartado de ver po..as, y, bueno, también co.os (pero sobre todo po..as) de todas las formas tamaños y colores. Y me ha encantado.

- Yo quiero ser un jubilado alemán para venir a retirarme al sol de canarias.

- No sé si volveré a ir a esa zona de Canarias (quiero volver a sentir esas dunas, pero no sé si podría soportar el entorno de hormigón y cemento, y todo lo que ello representa).

- Me gustó un sitio que se llamaba Puerto de Mogán.

- Y evidentemente también me gustó la piscina de nuestro hotel junto al mar. 

- Pero aún no se muy bien si me ha gustado Gran Canaria o no.

Siéntete afortunada

Hoy empieza uno de los mayores puentes del año. Y para cruzar el puente no hay nada mejor como coger un avión para volar lejos.

Y sobre todo en invierno, no nada mejor que volar a un sitio con buen clima.

Por todo ello, en un par de horas, mi chico y yo volamos a las islas Canarias, donde pasaremos estos próximos días.

Nunca antes había estado por esas tierras, y lo cierto es que ya tengo ganas.

Tendremos mucho tiempo para casi todo, pero sobre todo para descansar y disfrutar.

Espero poder contar y enseñar cosas a mi vuelta, así que nos vemos en cinco o seis días. ;-))

Besos para todos.

¡Las afortunadas nos esperan!

Córdoba

Trás una agotadora semana de estresante y cansino trabajo, de verdad que necesitaba salir un poco de la ciudad y cambiar de aires. Así que un pequeño viajito no venía nada mal.

Y no. No estuve en los alrededores de Roma en la boda de los ridículos esos de Tom y Katie, de la que todos los medios han dado buena cuenta durante todo este fin de semana. No estaba invitado.

No tuve necesidad de irme tan lejos para pasarlo estupendamente. Para relajarse, respirar buen aire y disfrutar de un único cielo azul, nada mejor que irse al Sur.
Porque, según dicen algunos, el sur también existe, y yo digo que no sólo existe, sino que el mundo mismo tiene sentido porque existe el sur.

Córdoba nos ha vuelto a enamorar. Pero es que ¡es tán fácil dejarse enamorar por Córdoba!

Vaya maravilla de ciudad.

Nos ha encantado pasear por sus sinuosas calles blancas llenas de flores, nos ha encantado su Patrimonial centro histórico, nos han encantado sus tascas, nos ha encantado su historia, nos ha encantado su comida, y hasta el hotel en el palacete junto a la sinagoga.

Pero sobre todo nos impresionaron el restaurante El Caballo Rojo y La Mezquita y su Catedral. Aunque evidentemente por razones distintas. Cada uno en lo suyo.

Realmente me ha emocionado la Mezquita. Hay pocos lugares en el mundo que mezclen de una forma tan magistral tantas culturas y religiones distintas. Un tranquilo paseo por sus cientos de arcos y columnas es sencillemente un espectáculo único.


Como muestra, varios de los ejemplos que fotografié.

Una torre:

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Una de sus puertas:

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Algunas de las columnas:

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Otra puerta. Otro estilo:

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Esta me hizo gracia:

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La Calle del pañuelo: (en su parte más estrecha cabe perfectamente un pañuelo abierto, de pared a pared)

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Evidentemente otro de los momentos cumbres del fin de semana fue el encuentro con MI & MA, quienes fueron unos auténticos anfitriones. Nos echamos unas buenas risas, y me encantó que las buenas sensaciones fueran mutuas.

¡Hay dios, qué bien sienta salir de aquí de vez en cuando! ¡Y qué bien sientan la luz, los olores, colores y sabores del sur!

Y de Barcelona al paraíso

Héme aquí deshaciendo de nuevo la maleta, trás pasar el fin de semana en Barcelona.

No sé de dónde vendrá el nombre ese de ciudad Condal, y desconozco si la ciudad es muy condal o no, pero lo que sí es cierto es que es realmente alucinante.

Ha sido evidentemente corto (lo que da de sí un viernes saliendo pitando de la oficina para coger un avión, y volver en el último vuelo del domingo - creo que anoche llegué a casa a la una y cuarto de la mañana, o algo así -), pero intenso. Muy intenso.

Barcelona es realmente impresionante, y hay muuuuchas cosas que se pueden hacer allí. Además, un poco de casualidad, ha coincidido que celebraban las fiestas de la Mercé esa, de los cojones (o más bien des cojons, o como se diga), con lo cual todo estaba a rebosar: de ambiente, de gente, de lluvia, de animación, de actividades, de todo. Por haber, ha habido hasta actos patrióticos/patéticos y un poco horterillas (como son ellos, un poco), y muestra del peculiar folclor de la zona (¡glups!).

Así que ese hecho mitigó un poco la pena de no haber estado en Madrid el fin de semana en que se celebraba la noche en blanco, y haberme perdido a Vive la Fête en directo, un grupo que tenía ganas de ver en vivo al menos una vez en la vida. Aunque bueno, ya me contarán los amigos que sí estuvieron.

Lo cierto es que lo hemos aprovechado muy bien, y hemos hecho un poco de todo. De entrada podemos opinar muy bien sobre los NH de la ciudad, porque hemos estado en dos hoteles diferentes en dos noches distintas - historia de errores de reservas de bonos, y esas cosas -, y a cuál mejor. Pero también sobre las tiendas molonas, no sólo del Paseo de Gracia, sino también del Borne, y otros barrios chulos. Pero también podríamos hablar de los estupendos restaurantes ("El Salero" es realmente maravilloso), los bares de copas de diseño y esas cosas. Pero también de pasear La Rambla p’arriba y p’abajo (me encanta), callejear por el Raval un soleado domingo por la mañana, disfrutar el museo de arte contemporáneo, de una visita obligada a la Barceloneta y disfrutar de una estupenda paella frente al mar. Realmente BCN es única. Qué se le va a hacer, a mí me encanta.

Para muestra un botón. O más bien varios botones de muestra, que así se ve mejor.


La Rambla ofrece imágenes realmente alucinantes. De verdad te puedes encontrar con seres extraordinarios. Como éste:

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O como éstos:

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Yo veo así la política catalana, y sus historias de nacionalismos y chorradas de esas:

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Las chicas del Raval (y su rica mezcla de culturas) son realmente deliciosas:

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Y la giganta y cabezuda esa que desfilaba delante del San Jaume, era cuando menos llamativa (era una vedette del Raval, y se llamaba Lola):

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Hasta había una feria en plena Barceloneta, simbolizada aquí por este flyer que me chifla:

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Y es que hasta la lluvia en Barcelona es una pura maravilla:

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Y como despedida os dejo este mensaje del escaparate de una bonita tienda de ropa:

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Pués eso. A seguir soñando...

LONDON me mata...

Londres me fascina. No lo puedo evitar.

Ya he contado por aquí tropecientasmil veces lo mucho que me gusta esa ciudad, así que tampoco sirve de mucho que me repita y repita sin cesar.

Esta vez el viaje de tres días ha sido corto, pero intenso.
Evidentemente centrado en el trabajo, pero con alguna que otra escapada turística o momento de relajación que me han servido para llenarme de energía. Porque con Londres siempre me pasa lo mismo, es una ciudad tan viva, tan cosmopolita, tan moderna y tan distinta a Madrid, que cada vez que voy me da un soplo de energía que me dura por mucho tiempo. Me pasa igual que cuando salgo de algún museo, o galeria de arte o exposición que me hayan gustado, que me dan tanta buena energía y tanta inspiración que me reconfortan por un buen puñado de tiempo, y me ayudan a concienciarme de lo bien que se vive en este mundo y en ésta época en concreto.

Hubo tiempo para todo: para buenas comidas, paseos y visitas turísticas, y hasta para alguna que otra cosa inconfensable.
Y también evidentemente para el shopping, que por algo está uno en Londres, la capital del idem. Desde alguna que otra revista como esta:

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Hasta un nuevo perfume con olor a hierba (grass) como este:

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(ya usaba el de lluvia (rain) y me fascinan los dos)

Y también algún que otro regalo, que emocionaron a su destinatario.


Pero de lo mejorcito de mi viaje ha sido sin lugar a dudas el hotel, el Selfridge, situado justo al lado de ese templo de las compras tan alucinante como es "Selfridges". Justo estaba a punto de empezar la Semana de la Moda de Londres, y eso se notaba en el ambiente, y sobre todo en los escaparates de la mega tienda. No pude evitar hacer algunas fotos, porque la verdad que lo merecían. O si no, mirad, mirad, que bien lucen las ropas de:

Sofía Kokosalaki:

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Ralf Simons:

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Balenciaga:

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Jil Sander:

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O incluso hasta las lámparas:

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Increíbles, ¿verdad?

Me parecieron realmente alucinantes.

LONDON me espera...

Pues sí. Mañana tengo otro viaje a Londres. ¡Qué se le va a hacer! ;-))

Aunque me tenga que dar un madrugón increíble, tenga que sufrir el filtro ese - insufrible - de pasar las aduanas (o como se llame) de Heathrow, sea un viaje por temas laborales, y sólo esté tres dias; para mí ir a Londres es todo un acontecimiento.
En cualquier circunstancia es una ciudad que me fascina.
Así que aunque tenga muchas reuniones, comidas de negocio y tal, seguro que sacaré tiempo para mí (para mi tiempo libre digo, jejejeje).
Con deciros que hasta me llevo la cámara de fotos, con eso lo digo tó.

Vuelvo el jueves por la noche, así que hasta el viernes no habrá ni actualización ni nada.
Lo siento, pero sin duda Londres lo merece.

Cheers!

Weekender

Ya estamos aquí...
Al final el fin de semana ha durado lo que dura un fin de semana. O sea, muy poco.

Entre las cinco horas y media de ida y cinco horas y media de vuelta que tarda el tren de Madrid a Donosti, y viceversa, os podéis imaginar lo poco que me ha durado el fin de semana.

Eso sí, disfrutarlo lo he disfrutado a tope. Y me lo he pasado muy bien. Cortito, pero intenso.

Ha habido de todo: buenas comidas (insuperable aquél restaurante de la zona bajo el Monte Igueldo (no recuerdo el nombre de ese barrio) con una mezcla de comida vasca y japonesa), salidas nocturnas por los bares molones de la capital, compras en tiendas de las buenas, y hasta visitas a la playa cercana de Zarautz (¡qué viva el surf!)... Y sí, Donosti es una ciudad preciosa, la Semana Grande es muy grande, los fuegos artificiales son los mejores del mundo, blah, blah, blah,...

Pero bueno, a veces pienso que me estoy repitiendo, y que ya he contado esto mismo otra vez. Así que, como últimamente paro poco por casa y no quiero ser muy repetitivo ni aburriros con mis aventuras viajeras, creo que no me explayaré mucho más... Y es que no quiero tener que acabar diciendo aquello que cantaba mi adorado Morrisey en aquella canción que precisamente oí ayer en mi viaje en tren de vuelta a casa: "Stop me if you think you've heard this one before...".
Ja, ja, ja....

¡Qué bonito..., si parece Donosti, Donosti!

Pués en unas horas empiezo la tercera parte de mis vacaciones. ¡¡Sí señor!!

Mi amor me ha invitado a pasar el fin de semana en su tierra. Así que al mediodía salgo pitando de la oficina con mi bolsa de fin de semana a pillar un tren camino de San Sebastián.

Estoy convencido que comeremos bien, pasearemos, saldremos de marcha, nos divertiremos, y lo pasaremos estupendamente. Seguro.
Lo estoy deseando.

Volveré el Domingo. Así que buen fin de semana a tutti!!

No, reconozco que este verano no me puedo quejar. Más bien todo lo contrario.
;-))

Sigue soñando la Grecia

Mi vuelta al trabajo no podría haber sido más desastrosa.

Me he encontrado la mesa llena de montañas de papeles y expedientes, cantidad de problemas y un marrón encima de otro. Y encima estando solo.
Realmente desesperante.

Pero como no es plan de cortarse las venas el primer día que te incorporas al trabajo trás las vacaciones, ni de agobiarse en plena rentrée, he decidido que lo mejor sin duda es seguir soñando con Grecia.


Estas son sólo algunas de mis cosas favoritas de lo que he visto de ese país:

- Sus soldados que hacen el cambio de guardia en la puerta del Palacio Real de Atenas. Nunca había visto un traje militar tan sexy. Ojalá nuestros soldados o militares llevaran un uniforme con una falda plisada tan chula como la de la foto:

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- Su Partenón. Impresionante:

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- O sus Cariátides. Sencillamente únicas:

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- Hasta los escaparates de sus tiendas en plena noche me hicieron gracia:

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- La llegada en barco al puerto de cualquiera de sus islas era siempre una aventura. Y un gran descubrimiento:

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- Tener una calita así en la terraza de tu hotel no está nada mal:

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- La "Pequeña Venecia" en el centro de la capital de Mykonos es realmente un lugar de ensueño:

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- Y su iglesia principal quita la respiración:

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- Sus recónditas playas. De agua clara y arena blanca:

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- O su comida. Como los pulpos secados al sol:

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- Sus collares de semillas de colores:

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- Las puestas de sol sobre sus ruinas de arte clásico:

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- Sus aguas cristalinas:

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- El azul de las cúpulas de sus iglesias. Nunca un azul fué tan azul:

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- Ni un blanco tan blanco:

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- Y Santorini:

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- Siempre Santorini:

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GRECIA

Pués ya estamos aquí.

Sí. Todo acaba en la vida, incluso lo bueno. ¡¿Qué se le va a hacer?!

Vengo absolutamente fascinado con Grecia. ¡No me explico cómo es que no he ido antes! Me ha gustado absolutamente todo.

Realmente han sido unas vacaciones maravillosas, quizá una de las mejores que haya tenido en mi vida. ¡Con eso lo digo todo!

Evidentemente hay muchas Grecias, y muchas cosas que ver en ese país (la continental, las ruinas clásicas, el Pireo, Creta, Rodas, y la infinidad de islas (¡dios mío, qué cantidad de islas hay!), etc, etc, etc...) que espero poder ir visitando en otras ocasiones. Pero en este viaje nos hemos limitado a pasar tres días en la capital y a visitar cuatro de las islas más características de las Cícladas: Mykonos, Paros, Naxos y Santorini, en las que hemos pasado tres días en cada una.

Fue un viaje de esos semiorganizados, es decir, que ya tenías el hotel y los billetes de avión y de barco concertados, y una vez allí te traían y llevaban a los sitios convenidos, y después tenías todo el tiempo para tí, para hacer lo que quisieras.
Y debo decir que todo nos ha salido perfecto.

Atenas me ha sorprendido gratamente. Es una ciudad contradictoria, sucia y a veces fea, y por supuesto no es la capital que ese país se merece. Pero me ha gustado mucho más de lo que me habían contado. Me parece una ciudad muy viva y activa, con mucho movimiento, y evidentemente su historia y cultura se palpa en el ambiente. Una pena que las sucesivas guerras y lo mal que la ha tratado la historia hayan destruido muchos de sus tesoros y edificios emblemáticos, y hayan dejado una ciudad en su mayoria gris y llena de construcciones y edificios modernos y completamente olvidables. Es una ciudad enorme, y supongo que toda megalópolis debe tener sus contradiciones, sus rincones especiales mezclados con otros aberrantes.
Pero la sensación general es muy buena.

Mención aparte merecen el Partenón y la Acrópolis, que son de esas cosas que toda persona debe visitar al menos una vez en la vida. ¡Simplemente alucinantes!

Es emocionante ir subiendo esa colina bajo un calor sofocante y de pronto dar un paso de miles de años atrás y encontrate de pronto entre las ruinas de lo que era una cultura y sociedad resplandecientes. Realmente es increíble comprobar las maravillas que ha podido llegar a hacer el ser humano (a veces, sólo a veces). Divisar la ciudad desde esas montañas, y en la puesta de sol, es una de esas cosas que sólo pasan una vez en la vida.
Me encantó sobre todo ver Las Cariátides al natural (uno de mis monumentos favoritos de la historia), y me sorperndió su pequeño museo, que tiene cosas interesantes. Me compré una pequeña escultura en mármol de una de las diosas griegas, y que ya quedará como recuerdo.



Lo de las islas griegas (y en especial las cícladas) es una cosa aparte. Me ha gustado absolutamente todo: la simpatía de sus gentes, la comida, los paisajes, las playas, los pueblos remotos, su arquitectura, su cultura, sus acantilados y calas, la arena de sus playas, su forma de vida, su lengua, su historia, su mediterráneo, etc, etc, etc...
Y es que los blancos y azules de sus casas e iglesias son más blancos y más azules que en ningún otro sitio. Y nunca antes había estado en unas playas con un agua tan trasparente y una arena tan blanca.

Evidentemente nos hemos puesto hasta las botas de Musaka, ensaladas con tomate, feta y pepino, buen pescado a la plancha, y todas las especialidades griegas que nuestros cuerpos han podido soportar. Pero desde aquí lo digo: a partir de ahora soy adicto a la Musaka y al yogur griego (¡esas ensaladas de yogur blanco con frutas frescas, por dios!). ¡Qué cosas más ricas!

Normalmente hemos ido en ferry entre las islas, y esos viajes en barco nos han brindado muchos momentos y paisajes inolvidables. Y empezando por Mykonos y acabando en Santorini hemos pasado tres días en cada isla.
Cada vez que llegábamos a una lo primero que hacíamos era alquilarnos una moto, que es la mejor manera de recorrerte las islas y conocerlas a fondo. E igualmente esos viajes en moto por sus carreteras y costas nos han brindado momentos que para siempre quedarán en nuestra memoria.

De cada una de ellas resaltaría algo. De Paros algunas de sus inigualables aldeas perdidas, y quizá de Naxos sus playas salvajes (las mejores), pero mis lugares favoritos han sido sin duda Mykonos, y sobre todo Santorini.

Mykonos es un lugar muy especial. Tiene una especie de magia en el ambiente, como de reminiscencias de pasado hippy y glamuroso al mismo tiempo, o ese "je ne sais quoi" que pocos sitios tienen (quizá Ibiza sea otro de esos lugares).
Nuestro hotel era una pasada. Aunque no era nada lujoso (más bien lo contrario), tenía una terraza propia con unas vistas alucinantes y escaleras de piedra que nos llevaban a la cala con playa privada. Realmente de ensueño.
La isla en sí está despoblada y es casi desértica, pero ese contraste con sus bonitos pueblos blancos y su bulliciosa capital, le daban una contradicción interesante.
La capital de la isla es de verdad un sitio único, con sus intrincadas calles, sus casas blanquísimas y sus calles de piedra y cal. El estupendo ambiente de turismo joven y guapo (muchos italianos) y sus muchas tiendas, le daban ese punto glamuroso que todo el mundo espera de Mykonos. Realmente no defrauda.

Pero Santorini es mucho Santorini. Y sin duda es uno de esos lugares que nunca me cansaré de recomendar a todo el mundo.
También existe un gran contraste entre su desolada naturaleza y sus preciosas ciudades, pero la sola vista de sus paisajes, su mar y sus acantilados merecen cualquier visita.
Sin lugar a dudas es uno de esos lugares que quitan la respiración.
Hace más de 200 años antes de Cristo hubo una gran erupción volcánica que partió la isla en dos, y después, otros sucesivos volcanes y un terremoto de hace 50 años, dejaron sus islas y su paisaje tal como están ahora (por el momento), y lo convierten en un lugar único. Muy difícilmente podré olvidar la vista desde sus pueblos sobre los acantilados, su bahía con el volcán al fondo, y la puesta de sol sobre su horizonte.
Lo que más me ha gustado han sido su capital (Phira), y los pueblos de Pyrgos y sobre todo Oia (un lugar de fábula).


Tendría muchísimas otras historias o cosas que contar, pero me dejaré para mí esos recuerdos que quedarán para siempre en mi memoria (y en la de mi acompañante, por supuesto).


Durante dos semanas hemos desconectado completamente, y hemos vivido absolutamente aislados del mundo (como deben ser unas buenas vacaciones). No he leído ni un simple periódico ni he visto la televisión ni nada por el estilo. O sea que no sé ni qué ha pasado en el mundo en este tiempo.
Me ha entristecido comprobar al volver a casa que media Galicia ha ardido (realmente inaudito que haya gente que pueda meter fuego al monte, ¡nunca lo comprenderé!); y que la guerra en el Líbano continuó por demasiado tiempo (esperemos que el alto al fuego de estos días dure para siempre (¡por siempre!). Pero lo que más me ha alucinado de todo es comprobar que en televisión (en "esos" programas) sólo se sigue hablando de "La Pantoja", como cuando me fuí. ¿Pero no ha cambiado nada en este país? ¿Es que a alguien le interesa lo que le pase a esa "señora"? ¡Increíble!


Realmente he tenido esa sensación de disfrutar plenamente de un verano como debe ser un verdadero verano: todo el día en bañador, yendo de playa en playa, visitando pueblos perdidos, olvidándote del resto del mundo, comiendo pescado, ensalada y sandía al borde del mar, y disfutando de mucho sol (creo que nunca en mi vida me he puesto tan moreno) y de mucho amor (porque también ha sido un verano muy romántico).


Siempre recurro a una frase que me gusta mucho y resume muy bien esa sensación: "You can store enough summer in your mind to combat even the dreariest of days..."


PD: en otra entrada posterior quizá ponga alguna que otra foto de mi viaje, que haberlas las hay. Y muchas.

Cerrado por vacaciones 2

Con un breve paso por Madrid - para preparar lavadoras, cambiar maletas y esas cosas -, y aún con el dulce sabor en la boca de mis vacaciones familiares en la costa malagueña, ya preparo el equipaje para la segunda parte de mis vacaciones: Grecia.

Mi semana en Marbella ha resultado eso: familiar, agradable, tranquila y relajada. Justo lo que necesitaba.
He disfrutado mucho de mis hermanos (todos) y sobre todo de mis sobrinos, a los que me he entregado en cuerpo y alma.
Una de las cosas que menos me gusta de vivir tan lejos de mi familia es perderme el crecimiento de mis sobrinos, así que cuando estoy con ellos me gusta aprovecharlos a tope. Por lo que ha sido una semana de muchos juegos en la playa, mucha pelota, mucha raqueta, muchos paseos al parque a comer helados, visita a acrobacias en camas elásticas incluidas e incluso una noche en el cine - evidentemente tocaba la nueva de dibujos animados de este verano, "Cars" era esta vez (no está mal, por cierto) -.
Me lo he pasado muy bien, y ha sido un preámbulo maravilloso para un verano que pinta estupendo.

Pero mi cabeza y mi corazón están ya puestos en mi próxima aventura. Mañana por la mañana salimos a dos para unas románticas vacaciones de dos semanas en Grecia.
Pasaremos tres días en Atenas, y el resto del tiempo en cruceros en barcos visitando gran parte de las islas cícladas: Santorini, Icaria, Naxos, Mílos, Mykonos, Sámos, Andros, entre otras... En fín, un puro gustazo, oiga.

Ya tenemos las maletas preparadas de bañadores, camisetas, sandalias y poco más.

Yo, como lectura, me llevaré este libro esta vez:

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Sigo pensando que las historias cortas son lo mejor para el verano, y en esta ocasión creo que las historias gays de Penguin son de lo más apropiadas.

Volveré en dos semanas con muchos recuerdos e historias que contar.

Avtío!!! (¡esto es Adiós en griego!) (pronunciado an-di-o).

Cerrado por vacaciones

Bueno, al final todo llega.

Heme aquí de nuevo preparando la maleta. Esta vez llena de bañadores, camisetas, cremas solares, lecturas y buena música. Creo que no se necesita nada más para ir a la playa.

Empieza mi primera estapa de vacaciones, la familiar.
Bajo al sur, a mi tierra. Esta vez a las playas malagueñas (Marbella) para pasar una semana con mi familia. Y estoy muy contento porque esta vez sí que sí vamos a coincidir allí "casi" todos.
Supongo que es como nuestra especie de lugar de encuentro veraniego, donde todos los hermanos que andamos repartidos por el mundo coincidimos al menos una semana veraniega al año.
Me apetece mucho. Y sobre todo pasar largas horas playeras jugando con mis sobrinos y largas noches de sobremesa charlando con mis hermanos.

Voy a disfrutrarlo mucho.

En una semana, y trás un breve paso por aquí, continuaré con otros lugares, otros ámbitos. Otras historias.

Besos a todos.

Sevilla

Ayer hablé de la boda pero pasé por alto mi fin de semana en Sevilla.

Sevilla es una ciudad que conozco bien, ya que allí viví mis años de universidad, pero a la que un poco consciente y voluntariamente había dado la espalda. Me repelía un poco la Sevilla (su cultura, sus gentes, su mentalidad cerrada y tradicional) de aquella época. Bueno, y la de ahora un poco también, aunque evuidentemente todo ha evolucionado, para bien.
Y aunque es una ciudad en la que nunca viviría, no se puede negar que es un sitio precioso.

Llegamos el Viernes por la tarde, y hasta el Domingo después de comer, y salvo los menesteres propios de la boda, todo el tiempo lo dedicamos a pasear y a redescubrir esa ciudad.

Y vaya si la redescubrí, porque es que o yo no me acordaba bien de la ciudad que dejé hace más de diez años, o ese sitio ha cambiado mucho.

Me encantó volver a pasear por las callejuelas del Barrio de Santa Cruz, por los aledaños del gran RIO - en todas sus partes -, por los parques, que aún hoy siguen verdes (a ver si el verano los deja vivos, pobrecillos), por los alredeores de su Catedral y la Giralda, sin lugar a dudas monumentos únicos, etc, etc.

En definitiva un fin de semana muy agradable, en el que además el tiempo nos acompañó, y en lugar de ese calor tan agobiante que anunciaban, tuvimos una temperatura que se puede decir perfecta, con sol, pero con brisa fresca y nada de calor sofocante.

En definitiva, que creo va a ser cierto eso de que "la lluvia en Sevilla es una maravilla", porque si hasta con lluvia es alucinante, imaginaros con un cielo azul.


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Realmente una ciudad recomendable, y tremendamente visitable, aunque sólo sea por pocos días. Evidentemente yo tampoco aguantaría más de cuatro días allí.

Boda en Sevilla

Continuando con el espíritu tan viajero que tengo yo durante esta primavera/verano del 2006 (bueno, a decir verdad, desde que empezó el año), en una hora salgo de nuevo para Sevilla.
Estoy invitado a la boda de un amigo.

Nunca he asistido a muchas bodas en mi vida, y no sé qué pasa últimamente que estoy asistiendo a varias. Supongo que eso significa que la gente aún sigue casándose.

Lo bueno es que esta será una boda especial, porque se trata de la boda de dos chicos. Sí, sí, habéis oido bien, se casan Pedro y Manuel. Y eso significa que será la primera boda gay (y espero que no la última) de mi vida.
Supongo que será como todas, y además ellos han decidido hacerla con toda la tradición de las bodas "tradicionales". Así que tampoco habrá muchas diferencias, sólo dos chicos demostrándose su amor y celebrándolo con sus amigos.

Seguro que pasaremos estupendamente la mítica noche de San Juan.

Ni los cuarenta (40) grados a la sombra podrán con nuestras ganas de diversión y reivindicación, a partes iguales.

Los comentarios vendrán el lunes.

Diario II (con imágenes)

Sólo algunas de las imágenes en las que se posaron mis ojos:

Como aquel edificio a cuya última planta subí. La vista desde allí es alucinante.

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O como las famosas cabinas de teléfono londinenses. Preparadas para cualquier emergencia.

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O como aquel restaurante japonés tan rico. Estos gatitos no dejaron de sonreirme todo el rato.

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O como los cines que reponen pelis antigüas. No hay nada como el cine clásico.

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O como esas palabras sabias en la exposición modernista. Cuánta verdad.

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O como aquél maravilloso diamante de Jeff Koons en la terraza del V&A Museum. Puro glamour.

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O como aquél joven solitario que miraba la vida pasar desde su rincón frente a Hyde Park. Poesía estática.

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O como la Biblia para visitar esa ciudad. Imprescindible.

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O como el ambiente variado y cosmopolita de cualquier mercadillo un domingo por la mañana. Contrastes.

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O como el arte callejero en cualquier rincón de cualquier esquina. En cualquier calle.

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O como los mensajes alertando sobre los crímenes contra la moda. Y es que todavía hay DEMASIADA gente que sigue atentando contra el buen gusto.

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O como el barrio y la casa donde me quedé el fin de semana. No comment.

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Diario I (con palabras)

Día 1:
Yo ya intuía que la ida sería estresante, pero nunca llegué a pensar que lo sería tanto.
Mi avión salía a las 8:45 de la mañana; o sea, que muy temprano. Y resulta que trás pegarme el madrugón y hacer una cola considerable en los mostradores de Iberia, justo cuando me tocaba, me dice la chica que el avión ya había cerrado el embarque y que ya no podía facturar, ¡y faltaban al menos 45 minutos para que saliera mi vuelo!
O sea, que perdí el avión (cortesía de la T4). Parece ser que allí hay que facturar 60 minutos antes de que salga el avión (¡te cagas!). ¡Inaudito!
O sea, que tuve que coger el siguiente avión que saliera para Londres, y eso era a las 12:30 de la mañana.
Os podéis imaginar la gracia que me hizo esperar desde las 8 y cuarto de la mañana hasta las 12 y media dando bandazos por el aeropuerto. ¡Todo un poema!

Evidentemente tuve que cancelar mi primera reunión allí, que era a las 12:00 hora inglesa, y casi ni llego a la segunda, que era a las 3:30 hora local.

O sea que fatal. Todo el día de nervios, sudores y carreras.

Menos mal que mi hotel estaba muy bien y al menos pude dormir estupendamente.


Dia 2:
Intensa jornada de reuniones, explicaciones, charlas, conocer a mucha gente y hablar mucho. Hacer negocios, lo llaman.
Bastante bien, me salió todo. A pesar de todo (y valga la redundancia).

Me encantó subir al edificio ese que diseñó Sir Norman Foster que parece un pepinillo (o una p.lla), que aparece en la peli "Match Point", y que ha cambiado para siempre la fisonomía de la City, y por ende de Londres. Tenía una cita con un cliente que trabaja en él, y, supongo que para impresionarme, me subieron al bar de la última planta para tener la reunión allí mientras tomábamos un café. ¡A-l-u-c-i-n-a-n-t-e! Nunca antes había estado en un edificio tan moderno y lujoso y con unas vistas tan espectaculares. Hubiera sacado el aparato y empezado a hacer fotos allí mismo, pero me dió vergüenza hacerlo frente a esos señores que me estaban esperando para hablar del mercado energético y de la construcción en España, y no del skyline de la ciudad o de la bonita luz que estaba dando sobre el Támesis o sobre el horizonte londinense.

Lo mejor del día sin duda fue el paseo por el Soho al atardecer, con ese ambiente tan estupendo que hay en el centro de la ciudad cuando hace buen tiempo y todo el mundo se echa a la calle, y salen terracitas de cualquier rincón, y se respira buen ambiente por todos lados.
Todavía me estoy rechupando los dedos del sushi tan bueno que tomé por el lugar.
Pero lo mejor, lo mejor, del día, lo tuve en el Hotel, cuando ya tirado en la cama, y haciendo zapping, tropecé con un estupendo programa que estaban emitiendo en el Channel 4 sobre el Pop de los años 80 y el sexo en la música popular británica y su influencia en la gente. El programa se llamaba "Sex In The 80s", y era un estudio sociológico sobre la evolución de la música pop en ese periodo de su historia, y el sexo que lleva implícito, y como eso afectó e influyó tanto a la juventud británica (y también mundial). ¡No os podéis imaginar cómo lo disfruté!
Era un retrato de cómo el pop ayudó a dar forma a la imagen de la nación sobre el sexo y la sexualidad, y cómo la evolución sexual de los jóvenes ingleses ha corrido paralela a la evolución de su música popular. Desde las primeras groupies, hasta la estandarización de la droga en las pistas de baile, pasando por el shock que supuso en su momento el "Relax" de Frankie Goes to Hollywood, o la sociedad más reprimida de la época post-Sida.
Hacían un completo recorrido desde Los nuevos románticos (Spandau Ballet, Duran Duran, etc) y Adam Ant, por poner varios ejemplos, hasta los Bros; pasando por Boy George, Frankie Goes to Hollywood, Los Pet Shop Boys, Soft Cell o Wham!, la época del punk, del acid house, la movida del "Madchester", Bristol, etc... por nombrar varios casos.
Y cómo sus actitudes sexuales, a veces provocativas (y la mayoría homosexuales) ayudaron muchísimo a estandarizar ciertos comportamientos.
O sea, la historia de mi vida, o por lo menos la de mi adolescencia y juventud. Fue realmente alucinante, y altamente recomendable.
Lo perseguiré por si algún día se puede conseguir en internet o en dvd.

Es decir, que mientras algunos disfrutaban del estupendo programa de Olvido Gara en Televisión Española (¿alguien lo ha grabado y me lo puede prestar?), yo disfrutaba de algo parecido, aunque con un punto de añoranza y también picardía, por qué no decirlo, que me hizo irme a la cama muy feliz.


Día 3:
Media jornada (o una cuarta jornada) con nuevas visitas, nuevas reuniones, nuevos clientes y nuevas opulentes comidas de negocios.

(Siempre que me pasa esto, me acuerdo de aquella estupenda canción de los Pet Shop Boys, "Home and dry", que decía algo parecido como:
"So my baby’s on the road
doing business, selling loads
charming everyone there
with the sweetest smile..."
Siempre me hubiera encantado cantársela a mi chico, o que él me la cantara a mí, al salir alguno de viaje.
Pero nada de eso ha sucedido, o sea, ni mi chico viaja tanto para que yo pueda cantársela, ni él conoce esta canción para poder cantármela a mí).

Lo bueno es que a partir de las seis de la tarde ya estaba libre para poder empezar a disfrutar mi weekend londinense.

Rápidamente pillé un taxi (creo que nunca en mi vida he usado tantos taxis ingleses de esos tan grandes y tan negros (y tan bonitos, ¡y caros!) en mi vida) y me fuí para casa de X.
Creo que, sin lugar a dudas, su casa se encuentra en una de las mejores zonas de Londres, o al menos de las más exquisitas y bien situadas - Kensington y Chelsea -, justo enfrente de los jardines de Kensington, y frente al palacio aquél donde vivió Lady Di un tiempo, y donde la gente aún acude a dejarle flores.
El piso, sin ser excesivamente grande, ni despanpanantemente lujoso, está muy bien, y la calle, Kensington Court, y su edificio, eran realmente preciosos.

Así pués tuvimos nuestro momento de charla y nos fuimos a dar un paseo por el barrio y disfrutar del bonito atardecer por esos parques tan verdes y esas casas tan victorianas. Cenamos por la zona y nos volvimos temprano ya que los dos arrastrábamos cansancio.

Me hubiera encantado ir esa noche al PopStarz, uno de mis clubs favoritos, pero bueno, no se puede tener todo. Y lo último que me apetecía era irme a bailar una noche de Viernes, trás una semana tan agotadora, y queriendo disfrutar al máximo los dos días siguientes.


Dia 4:
El Sábado me levanté temprano. Supongo que por una mezcla de calor y de excitación de estar en esa ciudad con tantas cosas por hacer y querer aprovechar al máximo tan poco tiempo. Así que salí de casa pronto dispuesto a disfrutar la ciudad.
X salía de viaje (volaba a Seattle) esa misma mañana, así que me dejó la llave, nos despedimos, y desde entonces yo ya estaba sólo en su casa.

Lo bueno de ese barrio es que tiene cantidad de atracciones cercanas, a las que se puede ir a pie, por lo cual, creo que me pasé todo el día paseando por esa zona y alrededores.
Lo primero que visité fue el Victoria & Albert Museum, donde había una exposición sobre el Modernismo que no me quería perder (¡estupenda!). De allí me fuí a pasear por los jardines de Kensington y Hyde Park, y disfrutar de ese mediodía de sol y de la gente que sale a los parques ingleses con sus picnics y sus cosas. Trás una vuelta por la Serpentine Gallery (me encanta), donde compré un libro y algunas postales de artistas contemporáneos, me dirigí hacia la zona de Oxford Street y sus tiendas, que son el paraíso de todo amante del shopping. Realmente Selfridges es una cosa bárbara. Tuve que controlarme, pero aún así cayeron algún que otro regalo para mí, y para mi otra mitad.

Mi amigo J me llamó desde un pub en Kings Road donde estaban viendo el famoso partido Inglaterra/Paraguay, y sobre el que todo el mundo me hablaba como locos desde hacía días. Evidentemente yo no estaba allí para estar viendo un partido de fútbol en la tele, pero me fuí para allá porque me apetecía estar con él y sus amigos. Cuando llegué evidentemente el partido ya había acabado (por cierto, England ganó 1-0), pero había un ambiente estupendo. Así que allí mismo empezamos a beber cervezas y a contarnos de nuestras cosas, trás casi dos años desde que no nos veíamos.
Acabamos la tarde paseando y viendo tiendas por King’s Road, y seguimos por Sloane Square y Kensington (por donde está Harrods, Harvey Nichols, etc, aunténticos paraisos del lujo, de los de mírame y no me toques).
J me acompañó a casa mientras me duchaba y cambiaba, y juntos nos fuimos al Soho, por donde íbamos a pasar la noche.
Uno de sus amigos se iba fuera del país y organizaba una fiesta en un bar y después en una discoteca. Y me lo pasé estupendamente conociendo a todos sus amigos, bailando y bebiendo Caipiriñas.
La discoteca no estubo mal, ambiente mixto y tal, pero me hubiera encantado haber ido esa noche al Family, una nueva discoteca, que se supone es de lo mejorcito que hay ahora por allí, donde esa misma noche pinchaban Yr Mum Ya Dad, un duo de djs travestis y artistas del performance y el maquillaje (tipo Leigh Bovery) que parece ser son buenísimos a la hora de poner discos y hacer que la gente no pueda parar de bailar. En fín, otra vez será.

Acabamos la noche tomando café en el Cafe Italia. ¡Aaayyy, qué buenos recuerdos!


Dia 5:
El Domingo, nada más levantarme, ya hice la maleta para dejar todo recogido y preparado, y salí de nuevo al encuentro de J, con quien había quedado para dar un paseo por los típicos y estupendos mercadillos londinenses.
Parece ser que Candem Town ya está un poco pasado, víctima de tanto turista y de su propio éxito. Y uno de los mejorcitos ahora está por el EastEnd, por Brick Lane y esa zona (por casualidad, justo al lado de donde está la oficina de mi empresa allí, y de la zona que me había estado pateando de Miércoles a Viernes).
Ni que decir tiene que todo aquello me encantó, y que los ojos se me salían de las órbitas de tanto mirar a gente con pintas alucinantes y de querer absorber y admirar todo. Yo soy un gran mirón, y me gusta no perderme detalle de nada, así que un paseo por estas zonas tan excitantes me suponen un subidón tremendo.
Es uno de los barrios donde se están concentrando las galerías de arte, la gente más original, bohemia y tal. Y para un mitómano como yo, fue toda una alegría cruzarme de bruces con la White Cube Gallery, una de mis galerías de arte contemporáneo favoritas. Una pena que estuviera cerrada, pero al menos ya sé dónde está.
Trás un café y tarta en una terraza muy interesante, me temo que había llegado mi momento de decir adiós.
Eran las 4 de la tarde, y mi avión salía a las 7, o sea que corre que te corre a coger uno de esos metros que tardan horas en cruzar del EastEnd al SouthWest, coger la maleta y pillar un taxi que me llevara a Heathrow. Hubo anécdotas incluidas, como aquella parada en el camino para cambiar de euros a libras, ya que de nuevo me estaba quedando sin más, cuando dejé todo mi equipaje dentro del taxi aparcado en la calle y me fuí a buscar una tienda de cambio de moneda. ¡Anda que no soy yo confiado! ¡Qué valor tengo!
Menos mal que el taxista resultó ser simpatiquísimo y desde allí hasta el aeropuerto no paró de hablarme de las excelencias del equipo británico de fútbol, y de lo mucho que le gustaba España. Y a todo esto, yo con las ventanillas abiertas, con un ruidazo tremendo, sin enterarme un pedo de lo que me estaba contando, y diciendo en todo momento que sí, que sí, con esa cara de tonto que se me pone cuando soy feliz.

Definitivamente...

... Londres es uno de los lugares que más me gusta en este mundo.

No sólo es una ciudad que me cae bien (como le gusta oir a Telecine), sino que me impregna de tal vitalidad y energía que me da vida por mucho tiempo.

Anoche (tarde) llegué de un viaje de cinco días. Y aún hoy, Lunes, sigo todavía con mi mente allí.

I'll See You In London

Bueno, pués llegó el momento.
En unas cuantas horas de (poco) sueño cojo el avión hacia Londres.

El Miércoles empezará frenético, con llegada a las 10:00 horas y reuniones ya confirmadas para las 12:00. O sea que corre que corre.

El Jueves y el Viernes estarán también bastante ocupados con reuniones, comidas, y hablar de negocio, fútbol, weather y esas cosas...

Pero cuando llegue el Friday afternoon... ¡Ay cuando llegue el Viernes por la tarde! Pienso desmelenarme y pasarlo bien y disfrutarlo a tope.

Me quedaré en casa de mi amigo X, en buena zona, y desde mi base de control me moveré, andaré, indagaré, conoceré y volveré a enamorarme de esa ciudad.

Pienso contarlo todo, todo, a mi vuelta. Pero eso no será hasta el Domingo por la noche. Je, je, je.......

Mil kisses a todos!!!

Tienes que ir a.....

No sé qué pasa últimamente, pero definitivamente creo que este será el año (o uno de ellos) en el que más esté viajando.

Hoy me han confirmado que la semana que viene vuelvo a salir de viaje de trabajo. En principio es viaje de negocios, pero después lo uniré con turismo/placer durante el fin de semana.

Y lo cierto es que estoy muy contento porque esta vez me toca ir a la que sin lugar a dudas es una de mis ciudades favoritas.

Aunque estoy pensando que, en vez de decir el destino (y ya que aún queda una semana, y no quiero adelantar acontecimientos), os propongo una especie de juego: ¡A ver quién es capaz de adivinar de qué ciudad se trata!

¡¿Quién lo acertará....?!

Las Delicias del fin de semana

Fin de semana familiar, pués. Con boda incluida.
Es curioso cómo las celebraciones (bodas, bautizos, y en el peor de los casos, funerales) siguen siendo la excusa perfecta para reunir a la familia que se encuentra dispersa.
He tenido pués mi dósis de primos, tios, hermanos y sobrino (esta vez sólo uno). ¡Y me ha sentado estupendamente, oiga!

Celebrábamos la boda de ese primo alejado, al que sólo veo cada tres o cuatro años, pero en cuya fiesta me alegré mucho participar.

Llegué a Sevilla un viernes noche en ese tren que vuela y que no es ni pájaro ni Superman. Mi prima E me esperaba con el coche casi en marcha para irnos hacia El Puerto de Santa María, adonde dormiría en casa de mi tia I. Buena cena y charla a tres bandas con vistas al tranquilo y solitario Océano Atlántico de una noche cualquiera de verano.
¡Qué gustazo es poder dormir con una ventana entreabierta y con el rugir del mar como único sonido de fondo!

El sábado empezaría temprano y con las carreras y prisas típicas mientras nos preparábamos para una boda: que si plancha, que si ducha, que si corbata, que si gemelos, que si perfume,.... Muy guapos que íbamos todos, sí señor.
En la puerta de la iglesia me encontré ya con el resto de primos, tios, hermanos, cuñados, etc, y todo esto refrescado por un levante que literalmente arrancaba y se llevaba volando los tocados y sombreros de las damas.
La iglesia bien, pero cuanto más cortita mejor.

Pero lo mejor, lo que de verdad da sentido a una celebración de este tipo, vendría luego, con el aperitivo al aire (y reguardados del viento) libre y en los bonitos jardines de las Bodegas Terry.
El banquete continuó en el curioso museo de carruajes de las mismas bodegas. Y allí entre columnas, albero y barricas de madera donde se curaba el buen vino, dimos buena cuenta de la comida de primera. ¡Joooder, hacía tiempo que no comía tanto! Pero claro, después recordé ese famoso mito de ponerse hasta las botas en las bodas (quizá de ahí venga gran parte de su sentido), y casi me pareció normal.

Me gustó mucho la distribución de nuestra mesa, y es que allí estábamos los doce que mejor podíamos estar alrededor de una mesa. Lo pasamos realmente bien, y eso antes incluso de pasarnos al baile y a las copas.
Podría poner alguna que otra foto por aquí, pero bueno, supongo que la discreción y la intimidad se inventaron para algo.

Cuando ya tuvimos suficiente de calor, salsa y música flamenquilla de esa, ya estábamos casi todos con ganas de marcharnos. Es lo que tienen las bodas al mediodía, que cuando dan las ocho o nueve de la noche ya estás hecho polvo de tanto comer, beber y sudar. Así pués cada uno (al menos de mi grupo más cercano) cogió sus coches y nos despedimos hasta la próxima.

Yo volví con mi prima E (se le nota en la mirada que vive enamorada - ¡esto habría que leerlo con el tonillo de una famosa cancioncilla flamenca! -) a Sevilla, donde pasamos una estupenda noche de sábado, sabadete.

El domingo amanecí empapado en sudor y por el ruido de los aviones de guerra y reactores que volaban y contaminaban nuestro cielo, para asitir a no sé qué desfile militar de esos que se les ocurrió celebrar ayer en Sevilla. ¡A quién se le ocurrirá hacer algo parecido en uno de los días de más calor del año! ¡Diossss, qué manera de sudar!
A pesar de eso tenía todo un día por delante y una gran ciudad frente a mí, así que no tenía nada mejor que hacer que salir a disfrutarla.
Durante todo el día vagué por sus calles y paseé mi resaca, mis recuerdos y mi soledad por sus pintorescos rincones.
¡Joder, qué bonita es Sevilla, la cabrona!

Os dejo sólo con una fotito que hice por allí para que veáis que todas las ciudades cambian y se modernizan, hasta la tradicional Sevilla.
Si no mirad, mirad, qué curioso y refrescante pintaba el conocido Paseo de las Delicias incluso bajo un tremendo sol de cuarenta grados.

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Realmente delicioso, ¿no creéis?