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Actores de ORO

Es un placer contemplar cómo algunos de mis actores favoritos ganan premios de relevancia y son reconocidos por sus trabajos más recientes.

Parece ser que este año nos va a volver a regalar buen cine, o al menos buenas interpretaciones. Y seguro que tendremos muchas horas de placer disfrutando de gente como Javier Bardem, Cate Blanchett, Daniel Day-Lewis (el día que este hombre decidió volver a hacer películas, fue un día importante, al menos para mí), Julie Christie o Johnny Depp, por ejemplo.
Parece ser que sus interpretaciones en "No country for old men", "I’m not there", "There will be blood", "Away from her" y "Sweeney Todd: The Demon Barber of Fleet Street" volverán a demostrar por qué son tan inmensos.

Y, en mi humilde opinión, los premios de Los Globos de Oro (con ceremonia o sin ella), con su cordura a la hora de decidir quiénes son los galardonados, vuelven a mostrar que son de los mejorcitos que se conceden últimamente.

(Aunque lo de dar el premio a mejor película del año a "Expiación" - "Atonement" -, no sé yo, la verdad...)


Por cierto, la (excelente) crítica al personaje de Bardem en El País digital de ayer no tiene desperdicio:
"Se coge un psicópata irredento, se le cabrea lo mínimo, se le pone un pistolón o un machete en las manos y ya tenemos al campeón del mundo de los ’serial killers’, también conocido como Anton Chigurh, criatura del Averno, salvaje hijo pródigo parido por los hermanos Coen a partir del libro del escondido y genial escritor Cormac McCarthy. No country for old men (No es país para viejos) es, sencillamente, la mejor película que los Coen han firmado desde hace muchos años, una pequeña locura colectiva y en apariencia descontrolada a la altura de obras maestras como Fargo o El gran Lebowski. Pero sobre todo, No es país para viejos lleva dentro la inclasificable presencia de una bestia llamada Javier Bardem, actor con progresivo aura de estrella mundial, dueño de un físico cercano al estibador portuario y al boxeador semipesado, estilista de la interpretación cinematográfica, estilista salvaje, se entiende. Todo en el Anton Chigurh de Javier Bardem nos hace viajar al horror sin freno, pero, qué cosas, también a la gratificante risa.

Ver No country for old men y ver la mirada entre naif y horripilante del tal Chigurh - de profesión, sus escabechinas - provoca en el espectador esa extraña sensación que consiste en agarrarse a la butaca y a la vez querer salir pitando; en fijar la mirada fascinada en la jeta y en el pelo de Bardem/Chigurh (porque, amigos, ¡qué pelo!, ni un cruce entre Ruper y el peluquero del Príncipe Valiente habría logrado algo así) y desternillarse con él, y al mismo tiempo taparse los ojos ante la próxima salvajada. Su presencia e cada plano, en cada secuencia, ofrece el aroma de lo distinto, de los actores en estado de gracia, de los intérpretes sabedores de que ciertos papeles ’pequeños’ son carne de obra maestra.

"Anton Chigurh está tan fuera de toda lógica que la gracia es intentar entrar en su mundo y llevarle a un sitio donde la gente pueda identificarse en algo con él? aunque sea en su locura", contaba Javier Bardem en el último Festival de Cannes, con motivo del estreno mundial de la película de los Coen. Unos tipos que, en opinión del actor español, "son los únicos capaces de hacer esta mezcla de lo macabro, lo terrible y lo divertido del ser humano" . Bardem en No country for old men: acojonante, hiperrealista, atroz, inquietante, verdadero, intuitivo, feo, definitivo, genial.

Como estaba previsto, el Globo de Oro ha explotado esta madrugada en Los Ángeles sobre la cabeza de Javier Bardem. Ya falta menos para que le estalle el Oscar en las manos. Cuidado, se cierne sobre el mundo la sombra de Anton Chigurh."

The Darjeeling Limited

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Viaje a Darjeeling es una película rara, bueno, como todas las de su autor, porque hay que reconocer que las pelis de Wes Anderson son cualquier cosa menos simples y sencillas; pero llena de originalidad, poesía y buenos sentimientos, y con una música y estética alucinantes.

A mí me ha encantado.

La historia es sencilla: tres hermanos norteamericanos que no se han hablado en un año se embarcan en un viaje en tren por la india con la intención de encontrarse a sí mismos y estrechar lazos entre ellos. Pero su viaje de "búsqueda espiritual" va mucho más allá, y la película es bastante más profunda de lo que aparenta.

Es una historia sobre la dificultad de superar los lazos familiares y sobrellevar las relaciones fraternales, sobre el encuentro con uno mismo (y la vuelta a desencontrarse), sobre el intento de sobrevivir a la muerte de un padre castrante y al acercamiento a una madre ausente. Al fin y al cabo sobre la búsqueda de la madurez y conocimiento de uno mismo, pero todo ello aderezado con el alucinante paisaje y espíritu de la india, una selecta música (francesa, india, clásica o norteamericana - de lo buena que es, da un poco igual de dónde provenga -), unos vivos colores con toda la parafernalia local, un guión en estado de gracia y unos actores molones (y superguapos) elegantemente vestidos de Louis Vuitton. Puede parecer una payasada, y aunque en verdad lo es, también resulta una interesante película, aparte de divertida y amena.

O sea, que reune algunos de los ingredientes que se les puede pedir al cine de hoy en día (tal como están las cosas, tampoco es plan de pedir mucho), y sobre todo es estupenda para pasar una buena tarde de domingo.

Por supuesto no pasará a la historia. Pero a su manera ayuda un poco a que nuestra historia (la de cada uno) sea más bonita.

Y, aunque sólo sea por ver su aperitivo parisino, ya merece la pena. Pero como yo soy tan bueno, os regalo el Hotel Chevalier gratis... (aunque siento mucho que esté doblado al castellano (parece ser que la versión original ha sido vetada en youtube))

Debo confesar que esta foto ya forma parte de mi imaginario personal favorito:

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PERSÉPOLIS

PERSÉPOLIS
PERSÉPOLIS es la conmovedora historia de una joven que crece en el Irán de la revolución Islámica.
A través de los ojos de Marjane, una precoz y abierta niña de nueve años, vemos las esperanzas de un pueblo rotas al tomar los fundamentalistas el poder, imponiendo el velo a las mujeres y encarcelando a miles de personas.

Inteligente y sin miedo, engaña a los "guardianes sociales" y descubre el punk, Abba y Iron Maiden. Pero cuando su tío es ejecutado sin piedad y las bombas caen alrededor de Teherán en la guerra entre Irán e Irak, el miedo diario que rodea su vida es palpable...


Esta es sólo la sinopsis de la historia. Pero esta maravillosa película es mucho más que eso. Es un mundo de dibujos de fundidos en blanco y negro, de historias de superación, amor, integridad y dignidad, pero también de dudas y de equivocaciones. Y está llena de poesía.

Realmente preciosa.

Altamente recomendable. Y muy pero que muy necesaria en estos tiempos oscuros que corren...

Promesas del Este

Promesas del Este Anoche fuí al cine a ver Eastern Promises.

¡Peliculón!

Hablando de besos...

¡Esto sí que es un beso para la eternidad!


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¡Obra de arte!



Descanse en paz, Deborah Kerr.

Apocalypse Now

Cuando las calles de tu ciudad se llenan de tanques, banderas, aviones que matan y tanta gente en uniforme, la mejor solución es atrincherarte en tu casa y descansar en paz alejado de tanto ruido (y sinsentido).

Pero además, y supongo que un poco por casualidad, no se me ha ocurrido mejor momento para revisar de nuevo la obra maestra "anti guerra" por antonomasia.

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No hay lugar a dudas que Apocalypse Now es una de las mayores obras jamás filmada. Su maestría a la hora de retratar la locura y sinrazón de la guerra y la violencia aún me dejan sin palabras.

Esta tarde he vuelto a emocionarme. Y no precisamente con la bandera que ondeaban los militares que desfilaban por las calles de Madrid.

Les témoins

Les témoins Este fin de semana he ido al cine a ver "Los testigos", la nueva película de mi admirado André Téchiné.
Y aunque debo confesar que no es de sus mejores, me ha parecido una película estupenda.

Recorre las aventuras (sobre todo sexuales y emocionales) de un grupo de personas en el Paris de mediados de los años ochenta, justo cuando esa enfermedad tan horrible con el nombre tan pequeño, SIDA (como tan bien cantaba Prince en uno de sus éxitos de la época), empezaba a llegar por estos lares - creo que en España también se empezó a hablar de ella allá por el ochenta y cuatro, más o menos -.

La película tiene algunos fallos a la hora de retratar algunos personajes, y sobre todo sus reacciones frente a determinados hechos, pero tiene unos diálogos estupendos, una correcta recreación de la época, y cuenta su historia de una forma muy sencilla y digna. (Y también está Emmanuelle Béart, lo que siempre es un plus).

No quiero contar nada de la historia para no destriparla (y sobre todo para que todos vayáis a verla), pero sólo puedo decir que el director, con su inteligencia y sensibilidad habitual, trata un tema muy duro de una forma hermosa, sencilla y nada morbosa.
Y sobre todo contada con mucho amor, respeto y cariño.

Me encantó volver a ver en una pantalla una recreación de aquella época tan loca y divertida, y que a tantos nos marcó para siempre. Y me gustó la forma en que cuenta historias tan cercanas y que directa o indirectamente todos hemos vivido o sufrido.
Sin lugar a dudas me gustan las películas que reflejan sentimientos y contradicciones del ser humano en sociedad. Y de relaciones humanas, de pareja, de amistad, o individuales, perfectamente reconocibles. Y esta película es un buen ejemplo de ello.

Muy recomendable.

2 días en Paris...

... son suficientes para (casi) romper una relación.
Y sólo dos días en esa ciudad son necesarios para demostrar que con talento, imaginación, buenas ideas y pocos medios se puede hacer una más que estimable película.

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Anoche fuimos al cine a ver "2 días en Paris" ("2 days in Paris"), y me hizo pasar un rato estupendo.


Es una de esas películas sencillas, sin muchas pretensiones, pero que con unos diálogos chispeantes, unas interpretaciones convincentes y algunas situaciones graciosas, nos transmite mucho más (al menos a mí) que todo el cine ruidoso, de colorines y efectos especiales a que nos tienen acostumbrados algunos sectores del cine actual.

La multitalentosa - actriz, cantante, fotógrafa, realizadora - July Delpy nos ha regalado una simpática comedia sobre la relación de pareja; en la que el sexo, los celos, las incompresiones, la incomunicación (o exceso de comunicación), las diferencias, las mentiras y el humor ponen a prueba a una pareja. Como la vida misma. Como nuestra vida.

Obviamente las diferencias culturales entre norteamericanos y franceses (o parisinos, para ser más precisos), en este caso, son el contrapunto humorístico de la historia de (des)amor, y lo cierto es que, aunque por momentos es demasiado obvio, funciona muy bien.
Lo cierto es que son dos pueblos muy fácilmente caricaturizables, pero la chica le sabe sacar buen partido y sabe hilar fino.

Uno de los mejores alicientes del film son sobre todo sus diálogos, chispeantes y mordaces a partes iguales. Para muestra, y por sólo poner dos ejemplos, aquí tenéis dos perlas: "A mí sí me parece que una mamada es importante. No olvides que Estados Unidos perdió la última oportunidad de tener una democracia saludable por culpa de una mamada", o bien, "¿Este condón es para niños? ¿Hacen condones para niños?".
Pero sin olvidar otro de sus alicientes principales: Paris. De la que se puede añadir poco más. Una película en la que salgan las calles, casas, lugares y gentes de Paris ya tiene muchos puntos ganados.

Pero para mí otro de los grandes alicientes - y gran descubrimiento - de esta palícula ha sido su protagonista, Adam Goldberg. Un atractivo paranoico e hipocondríaco. Y sexy. Muy sexy.

L'équipier

Trás un tranquilo, caluroso y lluvioso (me encantan las tormentas de verano) día de domingo en casa, lo suyo era ver una película apropiada.

C.K. Dexter Haven se vino a casa a mediodía y trás preparar juntos un almuerzo suculento, y después de las charlas, el té, las lecturas y las músicas convenientes, nos fuimos juntos al cine.

A los dos nos apetecía ver esta peli francesa (lo cierto es que tenemos gustos parecidos en (casi) todo) ;-))
Yo ya le había echado el ojo desde el viernes (¿recuerdan?), pero el domingo tarde/noche era un momento justo para disfrutarla.

¡Y vaya si la disfrutamos!

Como si de un western se tratatara, cuenta la historia de un forastero que llega a un pequeño pueblo - y a una cerrada y mezquina sociedad - para trastocar y desmantelar muchas cosas establecidas. La bondad y el atractivo y arrebatador talante del forastero harán que todos los cimientos se remuevan: los profesionales, los afectivos, los amorosos.

El trío protagonista es realmente estupendo. Junto a los geniales Philippe Torreton y Sandrine Bonnaire, para mí ha sido todo un descubrimiento su protagonista - Grégori Derangère -, un atractivo y seductor (tierno y sexy a la vez) actor al que no conocía y al que por supuesto voy a seguir la pista a partir de ahora.

La peli se llama "L’équipier", algo así como "El que forma parte de un equipo", pero aquí la han traducido como "El extraño" (¿?), y, aunque es del 2004, en España la han estrenado en los cines en pleno verano del 2007 (¿?). Bueno, por lo menos algo es algo, y al menos se han dignado a estrenarla, porque es de vergüenza la cantidad de buen cine francés que nos estamos perdiendo en este país simplemente porque las distribuidoras se niegan a estrenarlas.

Este es el bonito cartel con su atractivo trío protagonista:


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No todos los días se ven películas tan sencillas y bien hechas sobre cosas tan simples como la amistad, la tolerancia y el amor. Sin duda una estupenda historia para gente sensible que sepa apreciar y deleitarse con los detalles más insignificantes del amor.


En algún sitio he leído que la comparan un poco a "Los Puentes de Madison", y es cierto que se le parece un poco. Hombre, no llega al nivel de intensidad de la obra maestra de Clint Eastwood (como ya he repetido muchas veces, es una de mis pelis favoritas); pero bueno, tampoco está nada mal.

Cargada a tope.

Así reza el eslogan en español de la película que ví anoche:

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¡Qué buena es, joder!

Trás un tórrido día de calor, quedé con Xabi para ir al cine, y por supuesto nos apetecía ver una película muy caliente, que viniera bien con estas temperaturas que estamos sufriendo.
Y obviamente, para noches de sábado como éstas, no hay una mejor película que "Planet Terror".

Se nos unieron Oblikuo and partner, y los cuatro disfrutamos como niños de una peli loca, salvaje y un pelín desagradable, pero muy buena.

Hace ya meses, cuando supimos que Tarantino y Rodríguez trabajaban en un proyecto juntos sabíamos que nos iban a regalar algo loco y salvaje, pero genial, como ellos mismos, y aunque ahora sólo hemos podido disfrutar del primer aperitivo, ya hemos podido por fin constatar que no nos habíamos equivocado, que estamos ante un puro entretenimiento, del bueno.

A veces el cine debe ser eso, simple y puro entretenimiento que nos suba la adrenalina y nos ponga a cien. Pero sobre todo si se hace con inteligencia y buen hacer, entonces es la repera.

Aquí hay una sabia mezcla de vísceras, sangre, zombies, mal gusto, violencia y armas de todo tipo, pero unido a unos diálogos chispeantes, unas situaciones hilarantes y unos actores en estado de gracia.
Además la calidad de la película es realmente buena, y su homenaje a esas pelis tan malas de serie B o Z de los años setenta y ochenta es tan creíble que te parece estar viendo enteramente uno de esos films gores o de zombies de aquella época.

Salté y pasé miedo y me removí en la butaca como hacía tiempo que no había hecho en un cine. Pero al mismo tiempo me reí y disfruté como hacía mucho. (¡Y mira que ya me lo estaba avisando mi amigo alarecherche!).

Una película de esas de las que conforme más pienso en ella, me gusta cada vez más.

Ya estoy impaciente por ver la continuación del Grindhouse que ha hecho Tarantino. Dicen que llegará pronto a nuestros cines (¡ojalá!)


Para continuar con la euforia y buen rollito (y un poco de mal cuerpo, todo hay que decirlo) que nos había dejado la película, tuvimos la buena idea de ir a bailar, y seguir soltando adrenalina.
Y con muy buena fortuna nos fuimos a hacer los elásticos.

Hacía tiempo que no oía una música tan buena en el elástico, y hacía tiempo que no disfrutaba tanto bailando (o quizá es que lamentablemente hacía demasiado tiempo que no salía a bailar). Pero lo cierto es que la mezcla de euro-trash de los ochenta y noventa, tecno del veinte y pop y rock del veintiuno, mezclado con britpop y pop del español, del bueno, me sentaron la mar de bien.
¡Buenas mezclas!


Sin duda, una pista de baile con buena música es uno de los mejores lugares donde se puede estar...

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Tanto que no había quien me sacara de allí de lo mucho que lo estaba difrutando. Lo necesitaba. De hecho fue una de esas noches que hubiera querido que duraran para siempre.

Aprender a crecer

Ha sido un fin de semana largo. Lleno de momentos agradables, de amigos, de copas, de manifestaciones y reivindicaciones, y también de diversión.

Estos cuatro intensos días que hemos celebrado en Madrid, han servido para volver a alzar nuestra voz y gritarle a los que aún están sordos, no se quieren enterar, o tienen medio cerebro, que queremos simplemente reivindicar los mismos derechos y libertades de los que disfrutan el resto de ciudadanos. Y un poco más de respeto y tolerancia. Tan simple como eso.

Obviamente tenemos que luchar por ello todos los días, pero me parece bien que una vez al año existan este tipo de fiestas y celebraciones (que lamentablemente aún siguen molestando y cabreando a mucha gente) para que, aparte del lado lúdico - que también es importante -, se reivindique el sentido realmente importante de por todo aquello por lo que llevamos luchando tantos años.

Ha habido muchas situaciones y ratos memorables, pero sin duda el más relevante fue la manifestación de ayer tarde por las calles del centro de la capital. Fue realmente un lujo ver a tantos y tantos miles de personas disfrutando en un entorno tan lleno de tolerancia, buen rollo y libertad. Realmente impresionante.

Tengo bastantes recuerdos gráficos del momento, que quizá vaya desgranando y compartiendo aquí durante la semana, pero los recuerdos más importantes quedarán para siempre en mi memoria. Y esa también es eterna.


Hoy domingo en cambio ha sido un día de descanso para poder digerir y canalizar todo lo sucedido en estos últimos días. Así que he dedicado la jornada a descansar, leer y ver buen cine.

He vuelto a entrar en ese maravilloso colegio del norte de Francia, que nunca me canso de visitar.
Esta película me parece sencillamente maravillosa. Cada vez que la veo me vuelvo a emocionar con la inocencia de esos niños, con sus imágenes llenas de sensibilidad, ternura e inteligencia, y me vuelvo a convencer de lo increíble que es el ser humano.
"Être et avoir" ("Ser y tener") es una humilde y sencilla historia ambientada en un entorno rural de un grupo de chavales que asisten a la escuela y al descubrimiento del saber. Cada vez estoy más convencido de la importancia y relevancia del trabajo (lamentablemente menospreciado últimamente) del profesor o maestro. Pero es que no hay nada más maravilloso que poder enseñar y trasmitir a los niños los valores que posiblemente harán de ellos personas de bien, y sobre todo enseñarles a tener seguridad en sí mismos y a aprender a crecer.
Ni más ni menos.

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BLADE RUNNER en mi corazón

"Yo he visto cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión. He visto Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser. Todos esos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia. Es hora de morir".


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"Había un amigo de mi padre que, cuando yo era niño, cada vez que aparecía por mi casa me decía: "Mírame a los ojos, que vea qué has hecho, quién eres". Me lo recuerda Blade Runner y su máquina para observar las reacciones oculares de los individuos sometidos al test de identificación de androides, la prueba Voight-Kampff. Estamos en la Tierra, después de la guerra atómica, extinguidos los animales y sustituidos por copias. La ingeniería genética permite la construcción de robots o réplicas de seres humanos para el trabajo en las minas de las colonias planetarias. Hay replicantes que se rebelan, huyen del espacio exterior, buscan a sus creadores en la Tierra para pedirles que alarguen su programa de vida, como quien reza por su salud. Un cuerpo especializado de policía los persigue, localiza y liquida en el acto. A esto no se le llama ejecución, sino jubilación o retiro.

La base era una novela de Philip K. Dick, ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de 1968, caricatura de la época, capaz de hacer humor con horror. Mientras el marido, policía, se va a su trabajo de matón honrado, la esposa, en casa, se programa una depresión de seis horas en el órgano Penfield de estados de ánimo. Dick imaginaba Los Ángeles en 1992: monstruosos edificios de apartamentos roídos por el polvo atómico. Blade Runner, la película de Ridley Scott, de 1982, de la que ahora se cumplen 25 años, nos lleva a Los Ángeles del año 2019, universo mojado y nocturno, asiatizado, de chinos y egipcios fabricantes de ojos y serpientes y tallarines, entre llamaradas y humaredas, oscuridad, lluvia infinita y anuncios luminosos de refrescos y aparatos electrónicos de 1982. Esta negrura incandescente es el bosque para la cacería de robots. La tecnología es otra máscara de la barbarie.

Ridley Scott, autor de Alien (1979), se especializaba en plagas e infecciones en espacios claustrofóbicos: la astronave de mercancías Nostromo, con sus fluidos que penetran en el organismo e inoculan un alien, o Los Ángeles de Blade Runner, obra maestra, inaugural, que, en sí misma, parece impura, contaminada de géneros diversos, fusión infecciosa de novela negra, ciencia-ficción, terror, tebeos, imaginería de la industria religiosa y de la industria musical pop. El vestuario y los personajes salieron del dibujante Moebius, que ya había colaborado en Alien, antes de diseñar un parque de atracciones en San Francisco. El cine, que se había alimentado de la novela, se alimentaba de tebeos y cine, más que de la fábula de Philip K. Dick. La industria de la imagen podía vivir de sí misma, según demostraba Blade Runner, con su combinación nunca vista de clichés vistos muchas veces.

El futuro de Blade Runner es anacrónico: ventiladores de aspas y ordenadores gobernados por la voz humana, detectives fumadores y bebedores, policías sudorosos bajo la misma gorra de hace 50 años y en coches patrulla voladores. El carácter del cazador de robots, verdugo soltero en la película, está en su gabardina, la cara cortada, los dedos rotos en la pelea, en los labios que dejan sangre en la copa de aguardiente. Es un hombre de silencio violento y palabra cáustica de cine negro de los años cuarenta; 2019, año posatómico, es vigilado por reflectores y haces de luz de la Segunda Guerra Mundial. Todo se amalgama y se enturbia de todo, como lo humano y lo artificial, lo orgánico y lo inorgánico. En 1982, cuando se estrenó Blade Runner, la realidad se parecía a nuestra realidad: Israel invadía Líbano por el sur a principios de junio en la operación Paz para Galilea, con 40.000 soldados.

La realidad de 2007 quizá imite la irrealidad de 2019 filmada por Ridley Scott, los bloques de viviendas en el extrarradio, sacralizados en Blade Runner como templos orientales, o sólo convertidos en ruina, futuro en ruinas, es decir, artístico. Altavoces volantes llaman a emigrar al mundo exterior. Existen individuos que se amotinan en el trabajo, se dan a la fuga, secuestran una astronave. Sienten un ansia irrefrenable de libertad. Tienen sentimientos humanos. Como cualquier humano, ni siquiera aceptarían que son máquinas. Tienen un implante de memoria: recuerdan unos padres, amigos de la infancia, un perro. Y, aunque no se acuerden de nada, la vida les parece una cosa agradable. Conocen el dolor de tener miedo, sangran, quieren vivir, lloran porque se mueren. Son replicantes perfectos, si es que todos los humanos de Blade Runner no son humanoides que todavía no han pasado la prueba Voight-Kampff. Conocen, incluso, la crueldad humana, el instinto de venganza y de supervivencia.

El cazador los mira a los ojos. ¿Se sonrojan? ¿Fluctúa la pupila? ¿Se dilata el iris? Les dice quiénes son. Los aterra. Los mata mientras la ciudad se deshace bajo la lluvia, como el último replicante, que salvará la vida de su asesino antes de dejarse morir como Cristo, asistido en su agonía por la paloma o el Espíritu Santo en vuelo, un gran fogonazo de mal gusto épico-místico final.

Los únicos que lloran en Blade Runner son los replicantes. Tener sentimientos ha resultado un crimen. Es punible reaccionar humanamente, resistirse a la opresión, rebelarse contra las circunstancias, sufrir, querer vivir en paz, amar a los semejantes, sentir rencor, pero también piedad por el enemigo."
JUSTO NAVARRO




Se cumplen veinticinco (25) años del estreno de Blade Runner, una mis películas favoritas y que más me han marcado en mi vida.

Recuerdo que era un crío cuando la ví por primera vez, en un cine de Cádiz, y las imágenes e historia que ví en aquella pantalla me cambiarían para siempre.
Aquella historia de desolación y soledad, violencia, amor desolado, androides y futuro incierto, produjeron una absoluta fascinación en la mente de un chaval de pueblo de diez años. Esas poderosas imágenes y personajes (y su música, por supuesto), me abrieron los ojos a un mundo que nunca antes había conocido.

Es una de esas cosas que llevaré siempre en mi corazón (en el recuerdo y para siempre).

Cine + Cine. Doble cine. Doblemente bueno.

Este fin de semana he tenido sesión doble de cine.

Dos películas completamente distintas, diría que hasta diametralmente opuestas, pero igualmente interesantes las dos.

La primera es una nueva película española llamada "Bajo las estrellas":

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Una estupenda fábula tragicómica de unos personajes en busca de amor y de su lugar en el mundo.

Me ha encantado esta historia sobre perdedores y náufragos a la deriva, enfrentados a la dureza de su tierra, de sus vidas, y de sus propios sentimientos.

Su forma de llevar a la pantalla el desamparo social y emocional de un pequeño puñado de personajes, con un gran sentido del humor y una insólita poesía visual, hacen que esta historia sea de esas que se te meten muy dentro y te hagan un nudo en la garganta al mismo tiempo que no puedes parar de reirte de buena gana.

Todo el film está iluminado por el gran Alberto San Juan. La película es él, y él hace que la película sea inolvidable. Compone uno de esos personajes sinvergüenza, truhán y perdedor, pero con un corazón enorme, de los que no puedes sino enamorarte. A mí, al menos, su Benito Lacunza (o su Beny Lacun) me han entrado muy fuerte en el corazón. Y su relación con la "puerquita" es de las que difícilmente se pueden olvidar.
Es una primera película de un director joven, y puede que tenga algún altibajo en su historia, pero sin duda es una obra llena de poesía y verdad como pocas veces se ven en una pantalla de cine. De lo mejorcito que se ha hecho en el cine español últimamente.

Y por supuesto Alberto San Juan debería ser desde ya un firme candidato al Goya al mejor actor protagonista de este año.



Y la segunda es una película norteamericana llamada "Infamous", aunque aquí la han (mal)llamado "Historia de un crimen" (que no tiene nada que ver con el sentido que la historia quiere transmirtir):


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Es otra historia de un personaje omnipresente que hace que ÉL sea toda la película.
Pero en este caso, no se trata de una persona cualquiera, ni sencilla, sino del magistral Truman Capote. Para mí uno de los personajes más intrigantes, contradictorios e interesantes del siglo XX. Un escritor fuera de lo común, que hizo de su forma de ser, su vida y su obra, un espectáculo en sí mismo.

Curiosamente, al principio decía que son dos historias diametralmente opuestas, aunque en cambio, creo que sí que se parecen en la absoluta indefensión, soledad y pérdida que ambos personajes sienten ante sus propios sentimientos y sus vidas (aunque éstas sean completamente opuestas).


Lamentablemente, es inevitable comparar esta película con la que salió el año pasado ("Capote") sobre el mismo personaje y exactamente sobre el mismo periodo vital y creativo de su persona. Ya hablé en este blog sobre esa película cuando salió, y reconocí que la interpretación de Philip Seymour Hoffman era impresionante, pero creo que ésta nueva va aún más allá.
Aunque cuentan exactamente lo mismo, ésta es mucho más rica en detalles. Es más sutil y elegante, y mucho mejor en su recreación de esa época, sus personajes, decorados, vestuario o ambientes. Además que la interpretación del actor protagonista, el británico Toby Jones, corta literalmente la respiración.


Me encanta el subfondo de la historia - tan inquietante -, de ese difícil y vital proceso destructivo de creación artística. Sencillamente me fascina.


Y una vez más ha vuelto a recodarme que en cuanto acabe con el libro que tengo actualmente entre manos, debo leer por fín "A sangre fría" ("In cold blood"). Sé que ese libro me fascinará tanto como lo hacen el escritor y todo su proceso vital.

Una mujer bajo la influencia

Me alegro mucho de verte.
Ha tenido que ser duro.
Siento haber sido el que te mandó al hospital.
Sé que sabes que fue lo mejor.
Espero que podamos volver a ser amigos.


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¿Te has tomado alguna pastilla?
¿Pastillas?
¿La morfina es una pastilla?
Claro que he tomado pastillas...
Vitaminas y pastillas para dormir...
Anfetas, sedantes, de todo tipo.


... Sólo algunos diálogos y una imagen congelada de esta película que me acaba de volver a emocionar y remover por dentro.

Todavía me cuesta reponerme de esta emocionante historia y de esas desgarradoras interpretaciones.

Gena Rowlands, diosa absoluta.

Dios, ¡qué grande es el cine!

Delirious

Anoche fui al cine a ver la última película de Tom DiCillo.

Me gustó bastante. Y lo cierto es que me hizo reir mucho, lo que no es poco en estos tiempos que corren.


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Como bien dice el gran Reservoir Blog en su estupenda crítica es una especie de cuento de hadas alternativo situado en un Nueva York oscuro y siniestro pero con ciertas dosis de purpurina.

Con un Steve Buscemi en estado de gracia, el film reflexiona sobre todas las banalidades que tenemos que aguantar en la sociedad contemporánea, en este mundo de celebrities de medio pelo y de embobamiento general del público frente a todo lo que brilla.

Una película divertida y amena, que te hace pasar una tarde agradable.

Vincent

Al hilo de la amable invitación de la amiga Nina Olvido al concierto de su banda (gracias de nuevo), y a través del curioso nombre del grupo, he descubierto esta maravilla del admirado Tim Burton:





¡Me ha fascinado! Y no quería dejar de compartirlo con vosotros.


Todavía no sé si el grupo toma su nombre de este corto, pero, venga de donde venga, está claro que VINCENT es un nombre estupendo (la historia nos ha dado cantidad de grandes Vincents...)

¡¡Maravillosas casualidades!! ¡Coincidencias increíbles...!

CANNES 2007

Hoy ha empezado el Festival de Cine de Cannes 2007.

Sin duda es uno de los acontecimientos anuales que espero con mayor interés, y cuyo transcurso sigo con más pasión.

No sabría decir por qué pero este FESTIVAL (así, con mayúsculas) ejerce sobre mi una fascinación especial, que me resulta difícil explicar con palabras.

Durante los próximos días estaré pendiente de todo lo que se mueva en aquel lugar tan especial del sur de Francia.

Este año celebran su aniversario número 60, por lo que seguro que será una edición especial.

No hay más que ver las películas que estarán en competición y que pasarán por allí (algunos de mis nombres favoritos dentro del cine contemporáneo), o las personas que componen el jurado -admiro a casi todos- de esta edición, para saber que este año será uno muy especial.

Sólo viendo esta foto del acto inaugural de esta mañana, ya sabemos que sólo podemos esperar lo mejor:

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Reune a dos de las cosas que más me pueden gustar en este mundo: Wong Kar-Wai y Jude Law.

¡Qué gran placer.....!

PD: Y para redondear, hoy ha salido a la venta el nuevo disco de Rufus Wainwright, "Release The Stars". ¡¿Qué más se puede pedir?!

Hipnótica. Alucinante Ana

Quizá no debería estar escribiendo esto. Pero lo que me ha pasado es tan alucinante que, a pesar de todo, no puedo evitar contarlo.
Para mí es demasiado gordo como para guardármelo.
Una de esas cosas que pasan una vez en la vida.

Ayer nos llamó nuestro amigo I, para decirnos que su amigo JM, un director de cine muy famoso, nos invitaba a un pase privado para ver su nueva y flamante película, antes de ser estrenada al gran público.
JM quería hacer una especie de screen test con varios conocidos y/o amigos de sus amigos y preguntarnos nuestra opinión, y conocer nuestra reacción, para ir viendo cómo va digeriendo el público su nueva obra.

Así que allá que nos fuimos esta tarde de viernes a un estudio de productora de cine de las afueras de Madrid para ver CA.

Debo confesar que estaba bastante nervioso. Y también debo confesar que todos nos quedamos paralizados al salir de la proyección.
Es de esas películas que te deja bloqueado. De las que al acabar de verla necesitas bastantes minutos para volver a la realidad.
Se me ha metido muy dentro, y aún hoy no puedo dejar de pensar en ella.

Obviamente no quiero hablar mucho de la peli porque no quiero destriparla (y además porque hablaremos mucho sobre ella cuando se estrene), pero sólo diré que es una peli muy, pero que muy potente. Bastante confusa y compleja, pero con un mundo interior absolutamente fascinante.
Muy comprometida políticamente, va a ser una película polémica, y se hablará mucho de ella. Sin duda.

Se me ocurren muchos adjetivos para definirla: hipnótica, sensual, atrevida, oscura, luminosa, original, inteligente, política, artística, etc, pero sobre todo diría que es una nueva obra maestra de su autor.

La historia que cuenta (y la forma de contarla), las interpretaciones, la música, y la fotografía son, sin duda, memorables.
Me dejó completamente alucinado.

¡Y yo ya sé quién se va a llevar el Goya a la mejor actriz revelación de 2007!

Hay muchas más cosas que me gustaría contar, pero ya lo haré cuando la veamos "oficialmente" el día de su estreno. Me temo que será para finales de agosto, justo para la rentré trás el verano, así que nos (os) tocará esperar un poco. ;-))

Muchas gracias de nuevo, JM.

Mi Vida (y Mi Cine) En Un Fin De Semana

Pues aunque parezca mentira ya estamos en domingo. Increíble, pero el puente se ha pasado en un plísplás.

Ha sido un puente de recogimiento. Pero no por el sentimiento religioso de las fechas, nada más lejos de la realidad, sino porque nos apetecía y lo necesitábamos.
Trás los avatares - y tanto movimiento - de las últimas semanas, lo que apetecía era estar tranquilamente en casa, descansar y ver la vida pasar.
Nada de viajes, nada de atascos, nada de aglomeraciones de gente, y nada de ver pasos de semana santa.

Así que, salvo una salida el jueves noche para cenar con los amigos, el resto del tiempo no hemos salido de mi casa. Literalmente.
La cena fue con Xabi, Telecine y 1Flash, en la Vaca Verónica. Y aunque, como siempre, fue un gustazo estar con ellos, me parece a mí que lo de la Verónica esa va a ser la primera y la última vez (¡hay en Madrid demasiados sitios donde se come estupendamente como para perder una cena de tu vida en un sitio tan malo!). Quita, quita, hay que seguir probando y viendo cosas nuevas...

Pués a lo que iba, que salvo esa estupenda quedada con los amigos, el resto del tiempo lo hemos pasado tranquilamente encerrados y aislados en casa (y además literalmente, ya que creo que en los tres días casi ni siquiera hemos hablado por teléfono). Y tan ricamente.


Hoy domingo hemos tenido la agradable visita de mi primo Joaquín, quien ha vuelto a probar nuestros experimentos en cuestión paellíl. Next Sunday será otro domingo, otra paella distinta. ;-))


Han sido días estupendos para leer (muuuuuucho y variado), para hablar, para estar tirados en el sofá bien abrigados (viendo el viento y la lluvia estrellarse en los cristales de las ventanas), y sobre todo para ver mucho cine. Y además cine clásico.
Creo que estos días de recogimiento en casa apetece amenizarlos con cine del clásico, nada de blockbusters ni chorradas de esas. Así pués, por nuestras retinas, y nuestros cerebros, han pasado en estos cuatro días muchas historias de amor (¡¡siempre el amor!!) tan buenas, y tan dispares y clásicas, como éstas:

- "PICNIC", de Joshua Logan: Aunque sea una peli de 1955 su estupenda historia de amores pasionales e incomprendidos está muy, pero que muy, vigente.

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- "UNO, DOS, TRES", de Billy Wilder: Un verdadero clásico de 1961, y una verdadera sátira de la sociedad contemporánea. Ambientada en el momento exacto de la construcción del muro de Berlin, con la división del mundo en dos bloques muy patente, no deja de ser una desternillante historia de amor. Inteligente y muy graciosa.

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- "LES PARAPLUIES DE CHERBOURG", de Jacques Demy: Rodada allá por 1964, y con una inolvidable Catherine Deneuve, toda la pelicula es cantada, y a mí me ha encantado. Su estética y música son inolvidables.

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- "A ROOM WITH A VIEW", de James Ivory: Hombre, esta es de 1986, y aunque no se puede considerar como un clásico del cine en el sentido estricto del término, su tema y estética son verdaderamente clásicas. No es de mi favoritas de su autor, pero cualquier película en la que salgan algunos ingleses de la época victoriana, y si encima están de viaje por Italia, ya me gusta.

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- "CLOSER", de Mike Nichols, y de 2004: Bueno, reconozco que esto no es un clásico, pero al menos es una película, ¿no?
Y más que de amor es de desamor. Pero no está del todo mal.

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Pués eso, mucho cine, mucho amor. Y mucho cine de amor.
¿Hay algo mejor?

EL RÍO (que nos lleva...)

"The day ends, the end begins
(el día termina, el fin empieza)."


Esa es la última frase de la película que vimos anoche, "El río". La estupenda obra que Jean Renoir filmó en 1950.

Es simple. Es la historia de un primer amor, de crecer a orillas de un gran río.
Pero como la mayoría de las veces, las cosas más simples son las más importantes.


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Ahora entiendo por qué es una de las mejores películas de la historia del cine.
Es una obra maestra de una belleza cautivadora. ¡Una pura delicia!

Y ahora también sé que su emblemática frase (y mensaje) final me acompañará para siempre. Porque es cierto que todo final significa un nuevo comienzo...