Camus, el argelino
"Si tuviera que escoger entre la justicia y mi madre, escogería a mi madre"
Albert Camus, 1957
He leído en El Pais de hoy un artículo demoledor e inquietante en torno a esa famosa frase del Premio Nobel de Literatura de 1957, Albert Camus, y que me ha dejado totalmente alucinado.
Reconozco que, desde que visité Argelia, me quedé tan fascinado, que ahora leo con atención todo lo que llega a mis manos sobre ese país, su gente y su historia. Y por supuesto Albert Camus, autor de "La peste" y "L’étranger" (dos libros que me marcaron enormemente cuando los leí), es uno de mis personajes favoritos.
Pués ahora resulta que tanto Francia como Argelia, los dos paises más relevantes en su vida y en su obra, se lo disputan como personaje elemental de sus culturas respectivas.
Realmente pasan cosas extrañas.
Según el presidente argelino, esa famosa frase del escritor permite reconocer a Camus como un escritor típicamente argelino. Parece ser que ahora no paran de hacer homenajes y congresos sobre el autor en la tierra que le vió nacer pero que le expulsó física, sentimental e ideológicamente durante cincuenta años.
Resulta paradógico que ahora reivindiquen como suyo a un hombre que se vió exiliado de su tierra de forma violenta, precisamente por su oposición a la violencia y la guerra ("nada diría que pudiera alentar a quienes ponían bombas y mataban a civiles en nombre de la causa, que se suponía justa, de la liberación nacional de Argelia", dijo en pleno apogeo de la Batalla de Argel en 1957 (precisamente cuando reconocieron su talento dándole el Premio Nobel en Suecia)).
Y ahora, los "intelectuales" y "poderes políticos" de su país lo reivindican como uno de sus pensadores más importantes, con frases del tipo: "Nos pertenece porque dice cosas que nos gustan y nos ilustran sobre este país que es el nuestro", o calificándolo como "inmenso escritor mediterráneo, que forma parte de nuestro patrimonio cultural", o que intentan actualizarlo como "redescubrimiento argelino", "reivindicación de nuestra memoria" y "parte del patrimonio argelino".
Cuando parece ser que otras voces del país - representantes del viejo rencor y del nuevo integrismo que parece florece tanto en estos días - lo tachan de "autor francés colonial" y como figura representativa de los pied-noirs (los argelinos de origen europeo), que no son considerados como "auténticos" argelinos por los puristas del pais.
En fin, que al pobre hombre ahora no lo dejan en paz, cuando en su momento ni le dejaron vivir en su país, ni le dejaron sentirse un verdadero ciudadano de primera en el país colonial adonde tuvo que emigrar.
Cuando precisamente es a hombres ejemplares como este a los que la historia debería recordar como héroes, en vez de considerarlo como un apátrida o jugárselo como moneda de cambio.
Aparte de ser uno de los mejores filósofos y escritores del siglo XX, y tener una vida ejemplar en su lucha contra los totalitarismos y contra cualquier forma de terrorismo en la época final de su vida; fue también ejemplar la gratitud que mostró hacia otros paises que lo trataron bien, como por ejemplo España, cuando se posicionó a favor de los republicanos, en aquella época en que muy pocos lo hacían.
En un texto que escribió, llamado "Lo que yo debo a España", decía cosas como estas: "La España del exilio me ha mostrado con frecuencia una gratitud desproporcionada. Los exiliados españoles han combatido durante años y luego han aceptado con coraje el dolor interminable del exilio. Yo sólo he escrito que ellos tenían razón. Y sólo por eso he recibido durante años, y todavía esta tarde en las miradas que encuentro, la fiel y leal amistad española, que me ha ayudado a vivir. Esta amistad, aunque sea inmerecida, es el orgullo de mi vida".
¡Este señor era realmente ejemplar!
Deberíamos aprender mucho de personas libres, universales e inteligentes como él, y dejarnos de tanto patriotismo barato y provincianismo extremista.
Y sobre todo tener un poco más de dignidad, honestidad y verdaderos valores.
De verdad pasan cosas extrañas.
Albert Camus, 1957
He leído en El Pais de hoy un artículo demoledor e inquietante en torno a esa famosa frase del Premio Nobel de Literatura de 1957, Albert Camus, y que me ha dejado totalmente alucinado.
Reconozco que, desde que visité Argelia, me quedé tan fascinado, que ahora leo con atención todo lo que llega a mis manos sobre ese país, su gente y su historia. Y por supuesto Albert Camus, autor de "La peste" y "L’étranger" (dos libros que me marcaron enormemente cuando los leí), es uno de mis personajes favoritos.
Pués ahora resulta que tanto Francia como Argelia, los dos paises más relevantes en su vida y en su obra, se lo disputan como personaje elemental de sus culturas respectivas.
Realmente pasan cosas extrañas.
Según el presidente argelino, esa famosa frase del escritor permite reconocer a Camus como un escritor típicamente argelino. Parece ser que ahora no paran de hacer homenajes y congresos sobre el autor en la tierra que le vió nacer pero que le expulsó física, sentimental e ideológicamente durante cincuenta años.
Resulta paradógico que ahora reivindiquen como suyo a un hombre que se vió exiliado de su tierra de forma violenta, precisamente por su oposición a la violencia y la guerra ("nada diría que pudiera alentar a quienes ponían bombas y mataban a civiles en nombre de la causa, que se suponía justa, de la liberación nacional de Argelia", dijo en pleno apogeo de la Batalla de Argel en 1957 (precisamente cuando reconocieron su talento dándole el Premio Nobel en Suecia)).
Y ahora, los "intelectuales" y "poderes políticos" de su país lo reivindican como uno de sus pensadores más importantes, con frases del tipo: "Nos pertenece porque dice cosas que nos gustan y nos ilustran sobre este país que es el nuestro", o calificándolo como "inmenso escritor mediterráneo, que forma parte de nuestro patrimonio cultural", o que intentan actualizarlo como "redescubrimiento argelino", "reivindicación de nuestra memoria" y "parte del patrimonio argelino".
Cuando parece ser que otras voces del país - representantes del viejo rencor y del nuevo integrismo que parece florece tanto en estos días - lo tachan de "autor francés colonial" y como figura representativa de los pied-noirs (los argelinos de origen europeo), que no son considerados como "auténticos" argelinos por los puristas del pais.
En fin, que al pobre hombre ahora no lo dejan en paz, cuando en su momento ni le dejaron vivir en su país, ni le dejaron sentirse un verdadero ciudadano de primera en el país colonial adonde tuvo que emigrar.
Cuando precisamente es a hombres ejemplares como este a los que la historia debería recordar como héroes, en vez de considerarlo como un apátrida o jugárselo como moneda de cambio.
Aparte de ser uno de los mejores filósofos y escritores del siglo XX, y tener una vida ejemplar en su lucha contra los totalitarismos y contra cualquier forma de terrorismo en la época final de su vida; fue también ejemplar la gratitud que mostró hacia otros paises que lo trataron bien, como por ejemplo España, cuando se posicionó a favor de los republicanos, en aquella época en que muy pocos lo hacían.
En un texto que escribió, llamado "Lo que yo debo a España", decía cosas como estas: "La España del exilio me ha mostrado con frecuencia una gratitud desproporcionada. Los exiliados españoles han combatido durante años y luego han aceptado con coraje el dolor interminable del exilio. Yo sólo he escrito que ellos tenían razón. Y sólo por eso he recibido durante años, y todavía esta tarde en las miradas que encuentro, la fiel y leal amistad española, que me ha ayudado a vivir. Esta amistad, aunque sea inmerecida, es el orgullo de mi vida".
¡Este señor era realmente ejemplar!
Deberíamos aprender mucho de personas libres, universales e inteligentes como él, y dejarnos de tanto patriotismo barato y provincianismo extremista.
Y sobre todo tener un poco más de dignidad, honestidad y verdaderos valores.
De verdad pasan cosas extrañas.
8 comentarios
Miyinalouzo -
Pavoguze -
lifeonmars -
¡Es que realmente no se enteran de ná! ;-)))
Qué bueno es Camus, ¿verdad? Algunos de sus textos dan efectivamente escalofríos. Recuerdo que leyendo El extranjero llegué a sufrir el bochorno del calor del verano en la playa de Argel, conforme lo iba describiendo en sus páginas. Eso se llama transmitir sensaciones a través de la literatura. ;-)))
lifeonmars -
lifeonmars -
Ja, ja, ja... A ver qué ponemos en tu placa cuando seas famosa, y sobre todo a ver en qué plaza la colocamos. ¡Déjame pensar....!
dpna -
me gusta desde el escalofrío de "el extranjero" hasta esa exaltación que hace de la amistad de la buena en el texto que pones.
sky, a mí una escritora ma dejao una gotera muy hermosa en el baño, que lo sepas.
Skywalker -
A mí (que no me considero de ninguna parte) me parece todo bastante absurdo.. cómo si se te pudiera pegar algo del artista por ser de tu pueblo o vecino de tu madre puerta con puerta...
(Cuándo yo sea famosa e internacional va a haber hostias pa ver qué pueblo pone la placa con mi nombre...)
Antonio Gala -