LOVELY 2 C U
Realmente A-L-U-C-I-N-A-N-T-E el concierto de Goldfrapp anoche en Madrid.
Era la primera vez que los veía, y su directo me ha gustado mucho, mucho.
Llegué en el momento adecuado, como unos quince (15) minutos antes de que empezara, con el tiempo justo para pedir una copa y adentrarme disimuladamente entre la multitud hasta llegar como a la segunda o tercera fila bien centrada en el escenario. O sea, situación inmejorable.
En cambio, O-Olaf y otros amigos con los que había quedado para ver el concierto, no habían llegado aún a la sala cuando el grupo empezaba sus primeras notas. Creo que llegaron como a la cuarta o quinta canción, según me dirían a la salida. Se lo habían tomado tran tranquilamente que se les vino el tiempo encima, y al final se perdieron más de un tercio del concierto. Es cierto que había anunciado un grupo invitado que nunca apareció, y como buenos ingleses, Goldfrapp salieron al escenario muy puntuales, y supongo que pilló a mucha gente desprevenida; pero de verdad no entiendo a la gente que llega tarde a un concierto -como a los que llegan tarde al cine-. Pero bueno, supongo que esas cosas pasan.
Alison Goldfrapp es alucinante. Apareció divina en el escenario con un traje negro entero de pantalón pirata, supongo que de Chloé o Stella McCartney, o una de esas, o sea, muy inglés; y una preciosa capa rosa fucsia atada en las manos y con muchos plieges, tipo Issey Miyake (del tipo "pleats, please"), que tenía un aire muy misterioso y romántico cuando le daba el aire de los ventiladores que tenía delante.
Es una chica graciosa y resultona, muy delgada y pequeñita, con su pelo tan rizado y tan rubio. Lo que pasa es que desde que salió al escenario no pude evitar dejar de pensar que se parecía mucho a Bonnie Tayler, y ya todo el rato me la imaginaba como una hermana pequeña de la otra. Lo cual no iba muy mal encaminado, porque las dos (2) son muy inglesas, muy rubias, y llevan un rollo (años ochenta (80)) muy parecido, aunque ni sus músicas ni sus voces, se parezcan mucho.
Realmente la de Goldfrapp tiene una voz prodigiosa, que quedó al descubierto desde los primeros acordes de "Utopia", su famosa canción (himno) con la que empezaron el concierto. A partir de ahí todo fue una demostración de voz poderosa, mezclada con ritmos modernos y machacones y ambientación adecuada. Me encantaron las cuatro bailarinas que acompañaban algunas de las canciones más bailables con sus movimientos robóticos, casi en la línea de los famosos videos de Daft Punk (alguien diría que imitando los bailes y coreografías de algunos últimos conciertos de Madonna, pero no puedo comentarlo porque no los he visto).
Lo cierto es que las cuatro (4) bailarinas dieron mucho (y lustroso) juego, transformándose de pronto tanto en lobos en biquini o caballos blancos, pasando por momias con monos de seda, etc. ¡Muy vistosas!
Hicieron casi un repaso total a su último disco, incluyendo todas mis favoritas y algunas otras, aunque no cantaron precisamente la que da título a este post. También repasaron algún que otro hit de discos anteriores, por supuesto del primero, que es su obra maestra. Pero el momento cumbre vino cuando cantaron "Number 1", para mí la mejor canción de su nuevo disco, que me dió un gran subidón, e hizo que me acordara de mi amigo Xabi (a quién también gusta mucho esa canción), quien me había dicho que aunque sólo fuera por oir esa canción en directo ya merecía la pena ir al concierto. Si, señor, ¡cuánta razón tenía!
Así pués un espectáculo genial, que me hizo de nuevo alegrarme por haberlos visto al menos una vez, y constatar personalmente que actualmente son una de las mejores bandas en directo de música pop bailable con estilo y sustancia.
Me gustó realmente mucho, aunque de nuevo lo peor fue el público tan maleducado que a veces va a los conciertos y que no paran de hablar. Me parece una grosería y falta de respeto total, y no entiendo cómo la gente paga veinte (20) euros para ir a ver a un grupo y después pasarse toda la noche dando gritos con el de al lado, sin ni siquiera prestar atención a lo que esté pasando en el escenario. En fín, una falta de respeto que se volvió a ver aquí la noche del viernes. Pero es que hubo momentos flagrantes cuando en canciones clave del grupo donde los silencios son casi tan importantes como los sonidos, se oía un gran murmullo que provenía del fondo de la sala, y que evidentemente no hacía sino estropear esos momentos de magia. Pero bueno, cosas que pasan. Lamentablemente.
Así pués, una noche muy agradable, que continuó cuando encontré finalmente a O-Olaf y sus amigos Fernand y Albert, y nos fuimos todos a cenar a un brasileño de la zona Conde Duque. Lo pasamos muy bien, con nuestros comentarios y risas sobre el concierto y otras cosas, los cuales continuaron en el ochoymedio, adonde llegamos quizá un poco temprano, pero justo para conocer a los chicos L-Kan (por cierto, qué risa, y vaya casualidad, que el cantante de L-Kan se llame excatamente igual que mi amigo, pero es que en verdad lo de llamarse Olaf Fernández no debe ser muy común).
Rápidamente la sala empezó a llenarse y estuvimos un rato bailando a los sones de un dj que había venido de esa sala de BCN llamada Razz... -me suena de algo- hasta que a una hora prudencial nos fuimos a dormir agotados por el cansancio de una viernes noche.
Nota: He de decir que mi entrada al concierto de Goldfrapp fue un regalo de cumpleaños de O-Olaf, con lo cual, evidentemente le estaré eternamente agradecido.
Era la primera vez que los veía, y su directo me ha gustado mucho, mucho.
Llegué en el momento adecuado, como unos quince (15) minutos antes de que empezara, con el tiempo justo para pedir una copa y adentrarme disimuladamente entre la multitud hasta llegar como a la segunda o tercera fila bien centrada en el escenario. O sea, situación inmejorable.
En cambio, O-Olaf y otros amigos con los que había quedado para ver el concierto, no habían llegado aún a la sala cuando el grupo empezaba sus primeras notas. Creo que llegaron como a la cuarta o quinta canción, según me dirían a la salida. Se lo habían tomado tran tranquilamente que se les vino el tiempo encima, y al final se perdieron más de un tercio del concierto. Es cierto que había anunciado un grupo invitado que nunca apareció, y como buenos ingleses, Goldfrapp salieron al escenario muy puntuales, y supongo que pilló a mucha gente desprevenida; pero de verdad no entiendo a la gente que llega tarde a un concierto -como a los que llegan tarde al cine-. Pero bueno, supongo que esas cosas pasan.
Alison Goldfrapp es alucinante. Apareció divina en el escenario con un traje negro entero de pantalón pirata, supongo que de Chloé o Stella McCartney, o una de esas, o sea, muy inglés; y una preciosa capa rosa fucsia atada en las manos y con muchos plieges, tipo Issey Miyake (del tipo "pleats, please"), que tenía un aire muy misterioso y romántico cuando le daba el aire de los ventiladores que tenía delante.
Es una chica graciosa y resultona, muy delgada y pequeñita, con su pelo tan rizado y tan rubio. Lo que pasa es que desde que salió al escenario no pude evitar dejar de pensar que se parecía mucho a Bonnie Tayler, y ya todo el rato me la imaginaba como una hermana pequeña de la otra. Lo cual no iba muy mal encaminado, porque las dos (2) son muy inglesas, muy rubias, y llevan un rollo (años ochenta (80)) muy parecido, aunque ni sus músicas ni sus voces, se parezcan mucho.
Realmente la de Goldfrapp tiene una voz prodigiosa, que quedó al descubierto desde los primeros acordes de "Utopia", su famosa canción (himno) con la que empezaron el concierto. A partir de ahí todo fue una demostración de voz poderosa, mezclada con ritmos modernos y machacones y ambientación adecuada. Me encantaron las cuatro bailarinas que acompañaban algunas de las canciones más bailables con sus movimientos robóticos, casi en la línea de los famosos videos de Daft Punk (alguien diría que imitando los bailes y coreografías de algunos últimos conciertos de Madonna, pero no puedo comentarlo porque no los he visto).
Lo cierto es que las cuatro (4) bailarinas dieron mucho (y lustroso) juego, transformándose de pronto tanto en lobos en biquini o caballos blancos, pasando por momias con monos de seda, etc. ¡Muy vistosas!
Hicieron casi un repaso total a su último disco, incluyendo todas mis favoritas y algunas otras, aunque no cantaron precisamente la que da título a este post. También repasaron algún que otro hit de discos anteriores, por supuesto del primero, que es su obra maestra. Pero el momento cumbre vino cuando cantaron "Number 1", para mí la mejor canción de su nuevo disco, que me dió un gran subidón, e hizo que me acordara de mi amigo Xabi (a quién también gusta mucho esa canción), quien me había dicho que aunque sólo fuera por oir esa canción en directo ya merecía la pena ir al concierto. Si, señor, ¡cuánta razón tenía!
Así pués un espectáculo genial, que me hizo de nuevo alegrarme por haberlos visto al menos una vez, y constatar personalmente que actualmente son una de las mejores bandas en directo de música pop bailable con estilo y sustancia.
Me gustó realmente mucho, aunque de nuevo lo peor fue el público tan maleducado que a veces va a los conciertos y que no paran de hablar. Me parece una grosería y falta de respeto total, y no entiendo cómo la gente paga veinte (20) euros para ir a ver a un grupo y después pasarse toda la noche dando gritos con el de al lado, sin ni siquiera prestar atención a lo que esté pasando en el escenario. En fín, una falta de respeto que se volvió a ver aquí la noche del viernes. Pero es que hubo momentos flagrantes cuando en canciones clave del grupo donde los silencios son casi tan importantes como los sonidos, se oía un gran murmullo que provenía del fondo de la sala, y que evidentemente no hacía sino estropear esos momentos de magia. Pero bueno, cosas que pasan. Lamentablemente.
Así pués, una noche muy agradable, que continuó cuando encontré finalmente a O-Olaf y sus amigos Fernand y Albert, y nos fuimos todos a cenar a un brasileño de la zona Conde Duque. Lo pasamos muy bien, con nuestros comentarios y risas sobre el concierto y otras cosas, los cuales continuaron en el ochoymedio, adonde llegamos quizá un poco temprano, pero justo para conocer a los chicos L-Kan (por cierto, qué risa, y vaya casualidad, que el cantante de L-Kan se llame excatamente igual que mi amigo, pero es que en verdad lo de llamarse Olaf Fernández no debe ser muy común).
Rápidamente la sala empezó a llenarse y estuvimos un rato bailando a los sones de un dj que había venido de esa sala de BCN llamada Razz... -me suena de algo- hasta que a una hora prudencial nos fuimos a dormir agotados por el cansancio de una viernes noche.
Nota: He de decir que mi entrada al concierto de Goldfrapp fue un regalo de cumpleaños de O-Olaf, con lo cual, evidentemente le estaré eternamente agradecido.
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Arturo -