La fille coupée en deux
Me temo que esta vez Claude Chabrol ha pinchado.
Este (muy) maduro director francés ha llegado ya a esos niveles, sobre todo después de haber hecho tantas y tan buenas películas, en los que se presupone que todo lo que hace ya tiene una aureola de calidad y debe ser necesariamente bueno (algo parecido a lo que le sucede a Woody Allen). Pero me temo que esta vez no le ha salido tan bien.
Es verdad que cuando uno va a ver una película de este señor ya va con las expectativas muy altas, y a veces exigimos demasiado, pero no es menos cierto que cuando no nos encontramos con lo que esperamos, o nos gustaría, el chasco es quizá superior.
A ver, no es que sea un total descalabro. Pero no sé, le falta algo para que llegue a ser una buena película.
Tiene como siempre mucha ironía y momentos inteligentes; pero el guión, y sobre todo algunas situaciones inverosímiles y algún que otro personaje patético, hacen que esta película, que se deja ver muy bien por otro lado, sea un fracaso.
Vuelve a abordar el mismo tema de siempre - y que borda como nadie -: la crítica mordaz a la burguesía francesa de provincias, la lucha de clases y de poder. Y que siempre trata con su irónica visión (y ridiculización) de las clases altas. Pero en este intento fracasa. Cosa muy natural de todas formas, ya que tampoco puede hacer un peliculón cada año.
La historia, basada en un hecho real ocurrido en el Nueva York de principios del siglo XIX, es interesante, y está traspasada brillantemente a la vida de la Francia actual. Pero el triángulo amoroso que nos plantea llega a veces a resultar poco creíble, sobre todo por ciertos fallos de guión, por la caricaturización de sus personajes y la fallida forma de profundizar en los sentimientos o de resolver ciertas situaciones.
Ludivine Sagnier esta estupenda, tan sexual y deseable como siempre. Pero Benoît Magimel, que, por otro lado, es un actor que me encanta, está tan patético, y hace un papel tan ridículo y encasillado, que hasta avergüenza.
Me temo que no deja de ser un envoltorio bonito y seductor (siempre es agradable ver una película francesa con esos decorados tan elegantes y donde siempre están bebiendo champagne (a cualquier hora del día)), pero esta vez está vacío en su interior.
Este (muy) maduro director francés ha llegado ya a esos niveles, sobre todo después de haber hecho tantas y tan buenas películas, en los que se presupone que todo lo que hace ya tiene una aureola de calidad y debe ser necesariamente bueno (algo parecido a lo que le sucede a Woody Allen). Pero me temo que esta vez no le ha salido tan bien.
Es verdad que cuando uno va a ver una película de este señor ya va con las expectativas muy altas, y a veces exigimos demasiado, pero no es menos cierto que cuando no nos encontramos con lo que esperamos, o nos gustaría, el chasco es quizá superior.
A ver, no es que sea un total descalabro. Pero no sé, le falta algo para que llegue a ser una buena película.
Tiene como siempre mucha ironía y momentos inteligentes; pero el guión, y sobre todo algunas situaciones inverosímiles y algún que otro personaje patético, hacen que esta película, que se deja ver muy bien por otro lado, sea un fracaso.
Vuelve a abordar el mismo tema de siempre - y que borda como nadie -: la crítica mordaz a la burguesía francesa de provincias, la lucha de clases y de poder. Y que siempre trata con su irónica visión (y ridiculización) de las clases altas. Pero en este intento fracasa. Cosa muy natural de todas formas, ya que tampoco puede hacer un peliculón cada año.
La historia, basada en un hecho real ocurrido en el Nueva York de principios del siglo XIX, es interesante, y está traspasada brillantemente a la vida de la Francia actual. Pero el triángulo amoroso que nos plantea llega a veces a resultar poco creíble, sobre todo por ciertos fallos de guión, por la caricaturización de sus personajes y la fallida forma de profundizar en los sentimientos o de resolver ciertas situaciones.
Ludivine Sagnier esta estupenda, tan sexual y deseable como siempre. Pero Benoît Magimel, que, por otro lado, es un actor que me encanta, está tan patético, y hace un papel tan ridículo y encasillado, que hasta avergüenza.
Me temo que no deja de ser un envoltorio bonito y seductor (siempre es agradable ver una película francesa con esos decorados tan elegantes y donde siempre están bebiendo champagne (a cualquier hora del día)), pero esta vez está vacío en su interior.
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