Reencuentros
Llevo varios días en que, supongo que voluntariamente, no he escrito nada personal o sobre mi vida de todos los días (mi diario) en este blog.
Ultimamente me he ido limitando a escribir textos de canciones, párrafos de libros que significaban algo en ese momento concreto, o comentado películas que he visto recientemente. Evidentemente eso es muy revelador, y también dice mucho de mí (o sobre mí), y de los sentimientos que iba sintiendo en cada momento, pero no he escrito nada de lo que me ha pasado o he hecho estos últimos días. Alguna gente se ha dado cuento, y me lo han reprochado.
No sé exáctamente qué ha pasado. Supongo que una mezcla de experiencias, de vivencias, de sensaciones, de tormentas en mi interior que necesitaba guardar sólo para mí, y supongo que necesitaba procesar, o aceptar incluso, antes de trancribirlas en una pantalla de ordenador. Imagino que necesitaba un reencuentro conmigo mismo.
Esta época del año no sólo lleva consigo calor y sudor, sino también mucha locura, mucha juerga, desenfreno y muchas sensaciones convulsas y revueltas. ¡Para eso es verano y Madrid está tranquila y explosivamente deliciosa, coño!
Esta fecha tan cinematográfica ("fín de Agosto, principios de Septiembre") va a ser un momento crucial; y supongo que este nuevo mes que va a llegar en pocos días, traerá también más reposo y "normalidad" en las vidas de todos.
Por fin ya todo el mundo (mis amigos y demás) está volviendo de sus viajes y vacaciones, y todo está entrando en la normalidad. Yo también.
Supongo que el revulsivo que ha hecho que empiece a escribir sobre todo esto es que necesitaba sacarlo de mi interior, y ayer lo hice cuando hablé con mi amigo Miguel. Pudimos hablar tranquilamente de todo esto, y creo que me vino divinamente.
Es que esto es como todo, cuando tienes algo en tu interior que te inquieta, o por lo menos te hace pensar mucho, lo mejor que hay es hablarlo con alguien que te entienda y te sepa escuchar, y de pronto todo es mucho más fácil.
Pués por dónde ibamos: ayer Sábado me llamó Miguel para invitarme a comer a su casa, y resultó todo genial. Su casa me encantó, y tuvimos una buena comida, y una charla no menos interesante. Hablamos tranquilamente de nuestras cosas, de nuestras vacaciones, de nuestros veranos, de nuestras historias estivales, de lo divino y de lo humano. Bueno, más bien de lo humano, y cuanto más desgarrado, carnoso y prohibido, mejor. Je, je, je...
Trás compartir un buenísimo te al chocolate y oir música estupenda, me vine para casa a descansar un poco y prepararme porque habíamos quedado para ir al cine un poco más tarde y después salir a tomar unas copas.
Fuimos a ver la película que tocaba ayer Sábado noche en el ciclo ("Invasiones en la Terraza") que están poniendo en La Casa Encendida sobre cine de ciencia ficción de invasiones extraterrestres. Ayer pusieron "Liquid Sky", y la peli me impresionó tanto que merece otra página aparte que escribiré después.
A la salida nos fuimos a tomar unas tapas por ese barrio tan alternativo, rasta y porrero que hay en Madrid, llamado Lavapiés. Y de allí continuamos la noche en ese otro barrio tan gay que hay por el centro de Madrid.
Compartimos unas cervezas y unas risas en varios bares de la zona, e incluso a los dos nos encantó una girafa morena y de ojos verdes que ayer se paseaba por la jungla urbana veraniega.
Uno de los momentos cumbres de la noche (vendrían más) lo tuvimos en el Luke soy tu padre, ese bar que estaba seguro que le iba a gustar. Disfrutamos mucho, mucho de la música, y es que para dos (2) amantes de la música no hay nada como oir buena música. Parece de perogrullo, pero hay gente que no entiende esto.
Cuando estábamos allí me llamó Nader para decirme que se venía con nosotros, pero fue una pena que no llegó a tiempo antes de que cerraran el bar. (Desde aquí lo digo: La política de horario de cierre de los locales de copas de Madrid es una mierda. Porque a ver, ¿cómo se entiende que cierren un bar a las tres (3) o tres y media (3,5) de la mañana de un Sábado en pleno Agosto?).
Nos fuimos en busca de otros locales, y por el camino nos encontramos a esos dos (2) conocidos de la noche, JuanyJavi o JaviyJuan, a los que me encuentro cada vez que salgo de marcha; y a los que supongo que les caeré muy bien y me querrán mucho, porque si no, no entiendo por qué siempre que me ven me ponen verde y me critican tanto. ¡En fín, ellos sabrán!
Un poco más tarde nos encontramos por fín a Nader, y me dió mucha alegría que se cayeran tan bien, M y N.
Como a esas horas ya no hay sitios dónde ir, como no sea una discoteca, y tampoco era plan, acabamos en ese bar inmundo con nombre de bar mítico de la película Casablanca, y en el que acaba toda la gente de esa zona a esas horas. Es un bar que odio, pero en el que siempre haces encuentros, o reencuentros, más o menos interesantes, todo depende.
Justo hablábamos de un chico guapo que estaba a nuestro lado, y cuando giré la espalada para verle me dí cuenta que era el bello de Olivier, que ya había vuelto de vacaciones. Nos saludamos y ya se quedó con nosotros bebiendo y charlando. Es cierto que, como él mismo me decía, iba un pelín borrachete (je, je, je...). ¡Ay estas noches de verano sin fín..., qué buenas que son!
Al final me dió un poco de pena que no hubiera encuentro o acercamiento entre mis amigos, y alguno tuviera que buscarlo con extraños (no digo quién fue, porque después todo se sabe y todo se critica).
No sé a qué hora acabamos la noche, pero sólo recuerdo que fue con esa sensación de felicidad que te da el hecho de haber pasado una buena velada con tus amigos.
Y esa sensación de felicidad continuó hoy todo el día, en el que sólo salí a la calle para comprar el periódico, unido con la sensación de tranquilidad y confort.
Ultimamente me he ido limitando a escribir textos de canciones, párrafos de libros que significaban algo en ese momento concreto, o comentado películas que he visto recientemente. Evidentemente eso es muy revelador, y también dice mucho de mí (o sobre mí), y de los sentimientos que iba sintiendo en cada momento, pero no he escrito nada de lo que me ha pasado o he hecho estos últimos días. Alguna gente se ha dado cuento, y me lo han reprochado.
No sé exáctamente qué ha pasado. Supongo que una mezcla de experiencias, de vivencias, de sensaciones, de tormentas en mi interior que necesitaba guardar sólo para mí, y supongo que necesitaba procesar, o aceptar incluso, antes de trancribirlas en una pantalla de ordenador. Imagino que necesitaba un reencuentro conmigo mismo.
Esta época del año no sólo lleva consigo calor y sudor, sino también mucha locura, mucha juerga, desenfreno y muchas sensaciones convulsas y revueltas. ¡Para eso es verano y Madrid está tranquila y explosivamente deliciosa, coño!
Esta fecha tan cinematográfica ("fín de Agosto, principios de Septiembre") va a ser un momento crucial; y supongo que este nuevo mes que va a llegar en pocos días, traerá también más reposo y "normalidad" en las vidas de todos.
Por fin ya todo el mundo (mis amigos y demás) está volviendo de sus viajes y vacaciones, y todo está entrando en la normalidad. Yo también.
Supongo que el revulsivo que ha hecho que empiece a escribir sobre todo esto es que necesitaba sacarlo de mi interior, y ayer lo hice cuando hablé con mi amigo Miguel. Pudimos hablar tranquilamente de todo esto, y creo que me vino divinamente.
Es que esto es como todo, cuando tienes algo en tu interior que te inquieta, o por lo menos te hace pensar mucho, lo mejor que hay es hablarlo con alguien que te entienda y te sepa escuchar, y de pronto todo es mucho más fácil.
Pués por dónde ibamos: ayer Sábado me llamó Miguel para invitarme a comer a su casa, y resultó todo genial. Su casa me encantó, y tuvimos una buena comida, y una charla no menos interesante. Hablamos tranquilamente de nuestras cosas, de nuestras vacaciones, de nuestros veranos, de nuestras historias estivales, de lo divino y de lo humano. Bueno, más bien de lo humano, y cuanto más desgarrado, carnoso y prohibido, mejor. Je, je, je...
Trás compartir un buenísimo te al chocolate y oir música estupenda, me vine para casa a descansar un poco y prepararme porque habíamos quedado para ir al cine un poco más tarde y después salir a tomar unas copas.
Fuimos a ver la película que tocaba ayer Sábado noche en el ciclo ("Invasiones en la Terraza") que están poniendo en La Casa Encendida sobre cine de ciencia ficción de invasiones extraterrestres. Ayer pusieron "Liquid Sky", y la peli me impresionó tanto que merece otra página aparte que escribiré después.
A la salida nos fuimos a tomar unas tapas por ese barrio tan alternativo, rasta y porrero que hay en Madrid, llamado Lavapiés. Y de allí continuamos la noche en ese otro barrio tan gay que hay por el centro de Madrid.
Compartimos unas cervezas y unas risas en varios bares de la zona, e incluso a los dos nos encantó una girafa morena y de ojos verdes que ayer se paseaba por la jungla urbana veraniega.
Uno de los momentos cumbres de la noche (vendrían más) lo tuvimos en el Luke soy tu padre, ese bar que estaba seguro que le iba a gustar. Disfrutamos mucho, mucho de la música, y es que para dos (2) amantes de la música no hay nada como oir buena música. Parece de perogrullo, pero hay gente que no entiende esto.
Cuando estábamos allí me llamó Nader para decirme que se venía con nosotros, pero fue una pena que no llegó a tiempo antes de que cerraran el bar. (Desde aquí lo digo: La política de horario de cierre de los locales de copas de Madrid es una mierda. Porque a ver, ¿cómo se entiende que cierren un bar a las tres (3) o tres y media (3,5) de la mañana de un Sábado en pleno Agosto?).
Nos fuimos en busca de otros locales, y por el camino nos encontramos a esos dos (2) conocidos de la noche, JuanyJavi o JaviyJuan, a los que me encuentro cada vez que salgo de marcha; y a los que supongo que les caeré muy bien y me querrán mucho, porque si no, no entiendo por qué siempre que me ven me ponen verde y me critican tanto. ¡En fín, ellos sabrán!
Un poco más tarde nos encontramos por fín a Nader, y me dió mucha alegría que se cayeran tan bien, M y N.
Como a esas horas ya no hay sitios dónde ir, como no sea una discoteca, y tampoco era plan, acabamos en ese bar inmundo con nombre de bar mítico de la película Casablanca, y en el que acaba toda la gente de esa zona a esas horas. Es un bar que odio, pero en el que siempre haces encuentros, o reencuentros, más o menos interesantes, todo depende.
Justo hablábamos de un chico guapo que estaba a nuestro lado, y cuando giré la espalada para verle me dí cuenta que era el bello de Olivier, que ya había vuelto de vacaciones. Nos saludamos y ya se quedó con nosotros bebiendo y charlando. Es cierto que, como él mismo me decía, iba un pelín borrachete (je, je, je...). ¡Ay estas noches de verano sin fín..., qué buenas que son!
Al final me dió un poco de pena que no hubiera encuentro o acercamiento entre mis amigos, y alguno tuviera que buscarlo con extraños (no digo quién fue, porque después todo se sabe y todo se critica).
No sé a qué hora acabamos la noche, pero sólo recuerdo que fue con esa sensación de felicidad que te da el hecho de haber pasado una buena velada con tus amigos.
Y esa sensación de felicidad continuó hoy todo el día, en el que sólo salí a la calle para comprar el periódico, unido con la sensación de tranquilidad y confort.
3 comentarios
olivier -
d de d&p -
Para que luego digan que en agosto no se puede estar en madrid.
bienvenido de nuevo a la "libertad de expresión". Al fin y al cabo, alguien que no puede hablar de sí mismo es alguien que no se vé a si mismo, no? y siempre puedes hacer trampa y contar sólo lo que te apetezca, que para eso el blog es tuyo.
¿o ya es un poco de todos?
astredu -