I'll See You In London
La verdad es que cada viaje a Londres es un motivo de alegría.
Es una de mis ciudades favoritas del mundo, y cada vez que voy es como si me diera una inyección de energía. ¡Hay que ver lo que me pone esta ciudad! ¡Me encanta!
Es que es sólo llegar al aeropuerto y coger el tren que te lleva a Paddinton o a Victoria Stations y ya soy feliz. Además esta vez que he ido por viaje de negocios y mi empresa pagaba todo he cogido muchos taxis, y la verdad es que desde allí se ve todo muy bonito. Han hecho unos días muy buenos, y con tanto sol y tanto verde estaba todo precioso.
Lo cierto es que tener tantas reuniones, ver a tanta gente en poco tiempo, y estar hablando inglés e intentar comprender a todo el mundo requiere un esfuerzo extra, y es muy agotador. Han sido tres días bastante densos, y no he tenido ningún momento para mí o para hacer alguna escapada. Aún así he comido muy bien, y bebido mucho, evidentemente, como se espera cada vez que salgo con mis compañeros de la oficina de Londres, que son todos unos cachondos, y muy "british", y les encanta beber y disfrutar la vida. Tengo un grupo de compañeros de mi edad, con los que tengo mucha complicidad, y es gracioso pero cada vez que salimos de copas trás las "cenas de negocios" siempre acabamos hablando de cuál es nuestra lista de los diez mejores discos de la historia, o nuestras diez canciones favoritas ever. Es de agradecer conocer a gente tan fanática y admiradora de la buena música inglesa. Y curiosamente todos coincidimos en que en esa lista de los diez mejores discos siempre deben figurar, por ejemplo, el disco homónimo de los Stone Roses o el "OK Computer" de Radiohead, evidentemente.
Por resaltar sólo tres de los momentos cumbres:
Los pedazo de piscina, yacuzzi, sauna y gimnasio del hotel (maravilloso, por cierto), que visité el primer día. Las cuatro pintas de Guiness que me tomé la segunda noche antes de irnos a cenar, y que en un momento dado pensé que nunca sería capaz de soportar.
Y el almuerzo en uno de los mejores restaurantes japoneses de Londres al que nos invitó uno de nuestros clientes japoneses. ¡Impresionante!
En fín, mucho trabajo, todo muy rápido y todo muy caro, pero merece la pena. Siempre.
Es una de mis ciudades favoritas del mundo, y cada vez que voy es como si me diera una inyección de energía. ¡Hay que ver lo que me pone esta ciudad! ¡Me encanta!
Es que es sólo llegar al aeropuerto y coger el tren que te lleva a Paddinton o a Victoria Stations y ya soy feliz. Además esta vez que he ido por viaje de negocios y mi empresa pagaba todo he cogido muchos taxis, y la verdad es que desde allí se ve todo muy bonito. Han hecho unos días muy buenos, y con tanto sol y tanto verde estaba todo precioso.
Lo cierto es que tener tantas reuniones, ver a tanta gente en poco tiempo, y estar hablando inglés e intentar comprender a todo el mundo requiere un esfuerzo extra, y es muy agotador. Han sido tres días bastante densos, y no he tenido ningún momento para mí o para hacer alguna escapada. Aún así he comido muy bien, y bebido mucho, evidentemente, como se espera cada vez que salgo con mis compañeros de la oficina de Londres, que son todos unos cachondos, y muy "british", y les encanta beber y disfrutar la vida. Tengo un grupo de compañeros de mi edad, con los que tengo mucha complicidad, y es gracioso pero cada vez que salimos de copas trás las "cenas de negocios" siempre acabamos hablando de cuál es nuestra lista de los diez mejores discos de la historia, o nuestras diez canciones favoritas ever. Es de agradecer conocer a gente tan fanática y admiradora de la buena música inglesa. Y curiosamente todos coincidimos en que en esa lista de los diez mejores discos siempre deben figurar, por ejemplo, el disco homónimo de los Stone Roses o el "OK Computer" de Radiohead, evidentemente.
Por resaltar sólo tres de los momentos cumbres:
Los pedazo de piscina, yacuzzi, sauna y gimnasio del hotel (maravilloso, por cierto), que visité el primer día. Las cuatro pintas de Guiness que me tomé la segunda noche antes de irnos a cenar, y que en un momento dado pensé que nunca sería capaz de soportar.
Y el almuerzo en uno de los mejores restaurantes japoneses de Londres al que nos invitó uno de nuestros clientes japoneses. ¡Impresionante!
En fín, mucho trabajo, todo muy rápido y todo muy caro, pero merece la pena. Siempre.
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