Adios a la playa
Siempre he pensado, no sé por qué estúpido motivo, que un verano sin ir, aunque sólo sea unos pocos días, a la playa, es como si no fuera un verano.
No sé, es como si le faltara algo.
Bueno, pués ya he matado ese gusanillo. He estado tres días en Marbella, y para mí ya han sido suficientes. Ya he tenido mi dósis suficiente de Marbella para el resto del año.
Como me imaginaba, el puente ha sido muy corto. Quería hacer tantas cosas que siempre me sabe a poco, pero lo he aprovechado muy intensamente.
He visto a casi toda mi familia (sólo ha faltado mi hermana Alicia, su marido y los niños, que veranean en otro sitio), y hemos tenido tiempo de hablar, aunque poco, y de constatar que todo sigue igual.
Siempre que veo a mis hermanos nos pasa lo mismo. Nos vemos tan poco que cuando estamos juntos es como que nos gustaría decirnos todas las cosas que no hablamos durante el año, y como que nos tenemos que contar miles de historias. Pero cuando llega el momento, eso no se puede forzar, las conversaciones salen espontáneamente o no salen. Y la mayoría de las veces, por muy diferentes motivos, no salen.
Pero lo importante es saber que estamos ahí, y que siempre estaremos, para lo bueno y para lo malo, que nos queremos mucho, y constatar que todo marcha bien, y todos estamos bien.
Ha sido sobre todo un fin de semana para disfrutar de mis sobrinos, a los que veo muy poco, y a los que echo mucho de menos. Es un poco triste perderte el crecimiento de tus sobrinos, sobre todo que cada año que los ves (o ya casi cada dos años que los ves) están cada vez más grandes. Es lo malo que tiene la distancia, pero lo importante es ver y constatar que no se olvidan de mí y que me quieren mucho.
Con ellos he podido disfrutar de la playa y la piscina, y el Sábado noche me llevé a los más pequeños, Karim (nueve (9) años), Pablo (ocho (8) años) y Gabriel (seis (6) años) al cine a ver una maravillosa película: Charlie y la Fábrica de Chocolate.
(No comentaré mucho sobre la peli porque justo esta noche he quedado con D&P para ir a verla en Madrid, ésta vez en versión original, y haré su comentario en otra página. Me apetece volver a disfrutarla en su lengua original, porque es cierto que los grititos que le han puesto a Johnny Deep en español ya me estaban poniendo de los nervios. Además las canciones en inglés deben ser mucho mejores. Si la película me ha gustado mucho, estoy seguro que en versión original me gustará todavía más.
De todas formas es impagable ir al cine con los niños y verles esas caras de felicidad y asombro en la penumbra de una sala de cine (una de las cosas más bonitas del mundo). Y esta película la disfrutaron todos mucho, mucho, mucho).
Y las incongruencias (o eclecticismos) de la vida: justo a la salida del cine me esperaban unos amigos para irnos en coche a Torremolinos, ese paraiso-conglomerado de gays horteras que se amontonan en unos pocos metros cuadrados. Fue salir de una peli con niños para verme en un mundo completamente distinto, aunque no tan irreal y de fantasía como el que se veía en la película.
Por la tarde me había llamado Hermes, un amigo de Madrid que se encontraba en Torremolinos de vacaciones, para decirme que había quedado con otros amigos para salir de marcha, y que si me apuntaba. En principio la idea no me llamaba mucho la atención, pero como iba a conocer gente nueva, y siempre me ha gustado lo inesperado pués me apunté a salir con ellos.
Al final la noche resultó un poco rollo. Bastante flojita, la verdad. Pero es que ¡esa ciudad es taaaan hortera!
No sé si con la edad uno se está volviendo más exquisito y selectivo, pero es que no me pone nada salir por zonas donde hay un bar pegado uno al lado de otro, mucho ruido, mucho sudor, muchos neones, mucha grasa, mucho bigote, mucho tatuaje hortera y mucha camiseta de lycra. Es como salir de marcha en ese submundo que son los centros comerciales, que tanta alergia me dan, y que lamenteablemenet tanto proliferan últimamente. La verdad es que ya uno ha llegado a una cierta edad como para tener que aguantar discotecas horteras decoradas con mármol de arriba a abajo y con música demencial de las de los anuncios (por llamarlos de alguna forma) esos de poner ruidos en tu móvil.
A las cinco y media (5,5) de la mañana estaba en casa. Y me hizo mucha gracia encontrarme a mi hermano pequeño (con quién compartía habitación) vomitando en el cuarto de baño porque había bebido mucho o le había sentado algo mal. Hacía tiempo que no vivía algo parecido. ¡Me gustó!
El resto del tiempo lo pasé disfrutando de la playa y de la compañía de los míos. Saboreando comidas ruidosas y compartiéndo un piso de veraneo con mucha gente.
¡Tan típico, tan auténtico, tan bueno!
Ha sido corto, pero muy necesario.
No sé, es como si le faltara algo.
Bueno, pués ya he matado ese gusanillo. He estado tres días en Marbella, y para mí ya han sido suficientes. Ya he tenido mi dósis suficiente de Marbella para el resto del año.
Como me imaginaba, el puente ha sido muy corto. Quería hacer tantas cosas que siempre me sabe a poco, pero lo he aprovechado muy intensamente.
He visto a casi toda mi familia (sólo ha faltado mi hermana Alicia, su marido y los niños, que veranean en otro sitio), y hemos tenido tiempo de hablar, aunque poco, y de constatar que todo sigue igual.
Siempre que veo a mis hermanos nos pasa lo mismo. Nos vemos tan poco que cuando estamos juntos es como que nos gustaría decirnos todas las cosas que no hablamos durante el año, y como que nos tenemos que contar miles de historias. Pero cuando llega el momento, eso no se puede forzar, las conversaciones salen espontáneamente o no salen. Y la mayoría de las veces, por muy diferentes motivos, no salen.
Pero lo importante es saber que estamos ahí, y que siempre estaremos, para lo bueno y para lo malo, que nos queremos mucho, y constatar que todo marcha bien, y todos estamos bien.
Ha sido sobre todo un fin de semana para disfrutar de mis sobrinos, a los que veo muy poco, y a los que echo mucho de menos. Es un poco triste perderte el crecimiento de tus sobrinos, sobre todo que cada año que los ves (o ya casi cada dos años que los ves) están cada vez más grandes. Es lo malo que tiene la distancia, pero lo importante es ver y constatar que no se olvidan de mí y que me quieren mucho.
Con ellos he podido disfrutar de la playa y la piscina, y el Sábado noche me llevé a los más pequeños, Karim (nueve (9) años), Pablo (ocho (8) años) y Gabriel (seis (6) años) al cine a ver una maravillosa película: Charlie y la Fábrica de Chocolate.
(No comentaré mucho sobre la peli porque justo esta noche he quedado con D&P para ir a verla en Madrid, ésta vez en versión original, y haré su comentario en otra página. Me apetece volver a disfrutarla en su lengua original, porque es cierto que los grititos que le han puesto a Johnny Deep en español ya me estaban poniendo de los nervios. Además las canciones en inglés deben ser mucho mejores. Si la película me ha gustado mucho, estoy seguro que en versión original me gustará todavía más.
De todas formas es impagable ir al cine con los niños y verles esas caras de felicidad y asombro en la penumbra de una sala de cine (una de las cosas más bonitas del mundo). Y esta película la disfrutaron todos mucho, mucho, mucho).
Y las incongruencias (o eclecticismos) de la vida: justo a la salida del cine me esperaban unos amigos para irnos en coche a Torremolinos, ese paraiso-conglomerado de gays horteras que se amontonan en unos pocos metros cuadrados. Fue salir de una peli con niños para verme en un mundo completamente distinto, aunque no tan irreal y de fantasía como el que se veía en la película.
Por la tarde me había llamado Hermes, un amigo de Madrid que se encontraba en Torremolinos de vacaciones, para decirme que había quedado con otros amigos para salir de marcha, y que si me apuntaba. En principio la idea no me llamaba mucho la atención, pero como iba a conocer gente nueva, y siempre me ha gustado lo inesperado pués me apunté a salir con ellos.
Al final la noche resultó un poco rollo. Bastante flojita, la verdad. Pero es que ¡esa ciudad es taaaan hortera!
No sé si con la edad uno se está volviendo más exquisito y selectivo, pero es que no me pone nada salir por zonas donde hay un bar pegado uno al lado de otro, mucho ruido, mucho sudor, muchos neones, mucha grasa, mucho bigote, mucho tatuaje hortera y mucha camiseta de lycra. Es como salir de marcha en ese submundo que son los centros comerciales, que tanta alergia me dan, y que lamenteablemenet tanto proliferan últimamente. La verdad es que ya uno ha llegado a una cierta edad como para tener que aguantar discotecas horteras decoradas con mármol de arriba a abajo y con música demencial de las de los anuncios (por llamarlos de alguna forma) esos de poner ruidos en tu móvil.
A las cinco y media (5,5) de la mañana estaba en casa. Y me hizo mucha gracia encontrarme a mi hermano pequeño (con quién compartía habitación) vomitando en el cuarto de baño porque había bebido mucho o le había sentado algo mal. Hacía tiempo que no vivía algo parecido. ¡Me gustó!
El resto del tiempo lo pasé disfrutando de la playa y de la compañía de los míos. Saboreando comidas ruidosas y compartiéndo un piso de veraneo con mucha gente.
¡Tan típico, tan auténtico, tan bueno!
Ha sido corto, pero muy necesario.
3 comentarios
d de d&p -
si se arranca en uno la energía necesaria para hacer algo, incluso aunque lo que quede al final no sea del todo bueno, ya habrás disfrutado tanto haciendolo que habrá merecido la pena.
(+) que positivismo!
lifeonmars -
Simplemente empecé a hacerlo por diversión. Porque me gustaba, y porque quedaba bonito.
Y con relación a lo de las cinco y media, efectivamente a veces lo pongo de una forma más lógica (5,30, por ejemplo) Pero otras me gusta lo de las 5,5, para querer significar también las cinco y media, aunque quede un poco raro.
A veces esto es como las golosinas, como dijeron ayer en la peli, que no sirven para nada y no son necesarias en la vida; pero están tan buenas y son tan bonitas, que no podríamos prescindir de ellas.
Pienso que a veces hay que hacer las cosas porque sí, por el simple placer de hacerlas, aunque no sirvan para nada o no tengan ninguna lógica.
Como diría la Björk "there's no logic to human behaviour"
d de d&p -
aunque no tiene relación con el tema: por qué en tu blog siempre que dices un número lo repites entre paréntesis? es una curiosidad que me asalta...
y ya puestos (sin animo de ofender, claro) en el caso de las horas las 5 y media no son las (5,5) sinó las (5,3) qué curioso!!
y 2+2 son 4, 4 y 2 son 6, 6 y 2 son 8 y 8 dieciséis. (16)
se nota que estoy ocioso hoy en el curro ¿?