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Sorprendente Argelia. Encore une fois. Toujours!

Esta semana he vuelto a viajar a Argelia por motivos de trabajo.

Ya es un destino que, sorprendentemente, se está convirtiendo en algo cotidiano, y a mí me encanta. Cada vez que tengo que preparar las maletas tengo esa mezcla de sensaciones, entre sorpresa, precaución (o pelín de miedo) y alegría. Siempre me encanta viajar a algún país árabe. Las sensaciones que se tienen recorriendo sus calles son tan distintas, y tan auténticas, que nada parecido se puede sentir en algún país europeo, por poner un ejemplo.

Ya se que los viajes relámpago de negocios no dan para mucho. Entre controles de seguridad y chequeos varios, reuniones, charlas, negociaciones, comidas, cenas (con bailes del vientre incluídos) y confortables habitaciones de hotel con mucho oro y mucho mármol, no da tiempo para conocer realmente algo de Argel - y mucho menos del país -; pero una buena sensación de lo que significa un país tan contradictorio sí que tiene uno tiempo de pillar.

Y es que Argelia es muy fuerte. A mí me encanta, y nunca me cansaré.

(Y dios, ¡cuánto me gusta ese Albert Camus y ese L'étranger!)

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