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Gente de París

Un viaje relámpago a París (aunque sea por trabajo) siempre viene muy bien. Viene bien y también sienta bien, porque no hay nada como sacar tiempo entre reunión y reunión para pasear por sus elegantes calles y disfrutar de su ambiente, su estupenda comida, su color, su atmósfera, su arquitectura, y dejarse seducir por sus gentes.

Porque, una vez más, he vuelto a encontrarme con gente variada, y cuando menos, interesante. No sé cómo lo hago (quizá algún día tenga que reflexionar sobre ello) pero siempre que viajo o me muevo por alguna ciudad acabo viendo a algún famoso, o famosillo o celebridad o lo que sea. Puede que sea por pura casualidad - todo hay que decirlo -, o bien porque soy un gran observador, o porque me fijo mucho en la gente, o porque soy buen fisonomista, o yo qué sé, pero lo cierto es que es raro el viaje en el que no me cruce con alguien más o menos relevante. Y este corto viaje no podía ser menos.

El miércoles por la mañana, dispuesto a ir a mi primera reunión, al cruzar un semáforo en la rue de Courcelles, voy y me topo frente por frente con mi admirado Kris Van Assche, el nuevo diseñador de la ropa para hombre de Dior. Iba con su casco y su vespa, supongo que dirección al trabajo, pero debo confesar que ese encuentro con el guapo belga me alegró el día.

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Pero es que al día siguiente tuve otro encuentro con otra persona interesante. Menos atractiva físicamente que la anterior, todo hay que decirlo, - la pobre parecía una momia con esa cara llena de botox y labios de salchicha (parece ser que trás sufrir un grave accidente de automóvil cuando era joven, las intervenciones de cirugía estética en su rostro han sido múltiples) -, pero supongo que con mucho más poder y dinero también. Me hizo mucha gracia cruzarme por el Boulevard Haussmann con la mismísima Marina Doria (esposa del "aspirante" al trono de Italia, o sea, "quasi princesa de Italia" (?!!)), madre y esposa de Filiberto y Vittorio Emanuele de Saboya.
La señora iba elegantemente vestida (supongo que de compras), pero su cara y su estatura (es prácticamente enanita) eran todo un poema.

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Pero para rematar el tema, esa misma tarde llegamos al aeropuerto para coger nuestro avión de vuelta, y cuál sería mi sorpresa al ver al one-and-only Pedro Almodóvar que venía en nuestro mismo vuelo de vuelta a Madrid (bueno, él en primera y yo en turista, pero en el mismo avión al fin y al cabo). ;-))

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Lo dicho, no sé qué pasa, pero para un gran mitómano como yo (no hay que olvidar que nací y crecí en un pueblo, lejos de todas estas cosas (jejejeje)) ese tipo de encuentros hacen gracia, ilusionan y hasta, a veces, emocionan.

Una vez más me volví a preguntar ¡¿por qué coño no viajaré yo siempre con mi cámara de fotos en el bolsillo?! Lo pienso todas las veces, pero al final, sobre todo en viajes de trabajo, siempre se me olvida.

3 comentarios

JONI -

esta feisima la gente de paris
eeeeeeeeeeeeee

JB -

Ayyyyyyyyyyyy ¡¡Marina Doria!!
Por Dioooorrrr, qué ilusión...
Viendo esa fotazo tan total que has puesto de ellas, me dan ganas de materializar una idea a la que llevo tiempo dándole vueltas: un blog en el que solo ponga fotos de gente super-rica y de looks mega-totales como este que has puesto de Marina...
No descarto robarte la foto...
;-)

MM -

A Almodovar lo hubiesemos conocido todos, pero pa conocer a los ke nombra más arriba hay ke estar muy culturizao.